Por Abel Flores
Este 29 de julio de 2013 se cumplen 115 años del nacimiento del Dr. Isidor Isaac Rabi, físico estadounidense, aunque de origen austríaco quien fuera reconocido en 1944 con el Premio Nobel en Física. Nació en el seno de una familia judía en la ciudad austrohúngara de Rymanów (actualmente ubicada en Polonia) en 1898.
Y para los que se preguntan sobre la importancia de sus investigaciones y descubrimientos, nada más y nada menos que este genio participó en la invención y desarrollo del láser, la resonancia magnética y el radar, entre otros hitos de la ciencia moderna.
Cabe destacar que en 1899, tan sólo un año después de concebir al pequeño Isidor, la familia Rabi decidió emigrar a Estados Unidos, salvándose así del cercano e inminente sufrimiento del Holocausto nazi y el antisemitismo que opacaría a Europa tres décadas después; el “nuevo continente” permitió el desarrollo y crecimiento de una de las mentes más brillantes del siglo XX, sin que su condición y fe judía le truncara la vida. Valga para la reflexión que esta suerte u oportunidad no la tuvieron millones de personas durante la Segunda Guerra Mundial y pensemos en todo lo que perdió la humanidad por la barbarie nazi, el totalitarismo y el racismo.
A sus tan sólo 21 años (en 1919) obtuvo su licenciatura en Química en la Universidad de Cornell y en 1927 se doctoró en física en la Universidad de Columbia con un trabajo sobre las propiedades magnéticas de los cristales, lo cual fue una de sus primeras investigaciones que los destacó en el gremio científico del entonces.
Según se reseña en la Web oficial del Premio Nobel www.nobelprize.org a comienzos de la década de los 30, comenzó a trabajar en el campo de la Física Nuclear en un proyecto de investigación de los efectos de los campos magnéticos externos sobre el núcleo de las partículas, desarrollando el método de resonancia magnética que permite el estudio de las propiedades magnéticas y la estructura interna de las moléculas, los átomos y los núcleos. A partir de estos estudios se desarrollaron aplicaciones como el láser, el máser, el reloj atómico o la resonancia magnética utilizada en los diagnósticos médicos hasta hoy en día. Desde 1940 a 1945 trabajó como Director Asociado del Laboratorio de Radiación en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en el desarrollo del radar. Finalizado este período regresó al Departamento de Física de la Universidad de Columbia.
Gracias a todas estas importantísimas investigaciones en 1944 recibió el Premio Nobel de Física por el descubrimiento del método de resonancia gracias al que es posible verificar el registro de las propiedades magnéticas de los átomos. Murió el 11 de enero de 1988 en la ciudad donde vivió casi toda su vida: Nueva York.