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Por Jonathan Spyer
Varios informes recientes han notado la reactivación del apoyo financiero iraní hacia Hamas, el movimiento islamista palestino que gobierna la Franja de Gaza. La decisión de Irán parece proseguir tras una serie de reuniones entre funcionarios de la República Islámica y miembros de alto rango de Hamas. Todavía no está claro cuál será el significado en la práctica de ese evidente acercamiento iraní hacia Hamas. El suministro de armas y el apoyo de Irán hacia Hamas nunca concluyeron del todo; aunque sus niveles se redujeron drásticamente, luego que el movimiento islamista abandonara Damasco, en noviembre de 2012.
No obstante, el motivo de la resurrección del romance entre Teherán y Gaza es muy obvio – se trata de la última secuela del golpe de Estado en Egipto, en julio pasado.
A medida que pasa el tiempo, queda cada vez más claro que el golpe militar fue un acontecimiento histórico. Antes del mismo, había una sensación creciente de que el avance de los Hermanos Musulmanes – y del islamismo sunita – era imparable. De hecho, la “Primavera Árabe” se entiende mejor no como iniciada a partir de la inmolación del tunecino Mohamed Bouazizi, en diciembre de 2010, sino más bien a partir del golpe de Hamas contra Fatah en Gaza, en junio de 2007, la primera victoria política de los islamistas afines a la Hermandad Musulmana, contra sus rivales nacionalistas. El siguiente evento clave fue la caída de Bin Ali en Túnez y la posterior victoria del partido islamista al- Nahda en 2011. El tercer – y más importante – evento fue el derrocamiento del régimen militar pro-occidental de Egipto en 2011, y su reemplazo por un gobierno de los Hermanos Musulmanes.
El cuarto avance se produjo en Siria, cuando grupos militares consagrados a la ideología islamista de tipo de los Hermanos Musulmanes llegaron a dominar la rebelión; y por un momento, al principio de 2013, parecían estar cerca de la victoria contra el régimen de Assad.
El promotor y sostén financiero de gran parte de eso fue un solo país de Oriente Medio: el Emirato de Qatar. El apoyo financiero de Doha a la Hermandad Musulmana, en todos esos países, fue esencial para que tuviera éxito. Por supuesto, la agitación incesante del vastamente influyente canal Al Jazeera – sostenido por los qataríes – jugó un papel fundamental en la difusión del mensaje.
Hamas, al igual que muchos otros durante los años 2011 y 2012, vio la emergente alianza de poder entre la Hermandad y Qatar en la región. El dominio de Egipto sería la joya de la corona, Qatar sería el apoyo financiero. El enclave de Hamás en Gaza tomaría su lugar como miembro honorario de esa alianza. Ya que era seguro asumir que la difamación y el odio al Estado judío formarían un elemento esencial de los nuevos países alineados, Hamas esperaba ansioso un futuro seguro y bien acolchado.
En octubre, el Emir de Qatar, jeque Hamad bin Khalifa, hizo una visita oficial a Gaza y prometió al gobierno de Hamás 400 millones de dólares.
Algunos de los militantes de las Brigadas Qassam se opusieron a los crecientes lazos con Qatar. Una alianza encabezada por Qatar – que para su defensa se basa en última instancia en el Occidente – y Egipto – que quedó formalmente comprometido a un acuerdo de paz con Israel – significaría el fin de la militancia de Hamas, alegaron. Pero ellos perdieron la discusión. Hamas pensó que era parte de la fuerza dispuesta a redefinir la política del Medio Oriente árabe.
De todos modos, ¿cómo podría Hamas – un movimiento islamista sunita – permanecer alineado con el bloque sectario chií que estaba masacrando a los musulmanes sunitas por decenas de miles en Siria? No podía permanecer, y no lo hizo.
Desafortunadamente para Hamas, todo le ha salido terriblemente mal.
En retrospectiva, parece que fines de 2012 representó el apogeo máximo alcanzado por el proyecto de Qatar – Hermanos Musulmanes en la región. Desde entonces, varios enemigos de Qatar y la Hermandad han contragolpeado duramente.
Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos apoyaron el golpe de Estado en Egipto, que con un solo bastonazo anuló el principal avance de la Hermandad y Qatar. El nuevo régimen de Egipto ha adoptado un enfoque de línea dura, prohibiendo a la Hermandad y sitiando Gaza, controlada por Hamas.
El Emir de Qatar abdicó en circunstancias poco claras, en junio de 2013. El nuevo emir Tamim parece estar siguiendo una política regional más prudente y modesta – Qatar ha sido invisible, en gran medida, en los últimos meses.
En Siria, Irán y sus aliados se movilizaron y detuvieron el avance de los rebeldes. Los sauditas por su parte, con menos éxito, han tratado de limitar la influencia de las facciones asociadas a los Hermanos Musulmanes dentro de la rebelión.
El declive de la marea de Qatar dejó varado a Hamás. Como se mencionó anteriormente, nunca se cortó por completo el vínculo con los iraníes. Ahora, con las fuerzas de seguridad de Sisi presionando en su contra, en el norte del Sinaí, Hamas no tiene más remedio que volver al bloque regional liderado por Irán.
El regreso a Irán evitará cualquier posible eclipse del régimen de Hamas en Gaza, y pone fin a cualquier esperanza que la Autoridad Palestina de Ramallah podría haber tenido sobre su retorno al control exclusivo del nacionalismo palestino. Más allá de esto, bien puede presagiarse un regreso a la militancia por parte de Hamas, que ha estado muy tranquilo desde el fin de la Operación Pilar de Defensivo, a principios de 2013.
En última instancia, el regreso de Hamas a Irán es un testimonio de la nueva debilidad del grupo. Por supuesto, los reveses de los Hermanos Musulmanes podrían no ser permanentes. La Hermandad está caída, pero difícilmente acabada. Pero por el momento, sus diferentes componentes están en retirada.
Por un momento, parecía que Hamas estaba montando sobre la ola de la historia. Pero luego, la situación cambió.
Fuente: Aurora Digital

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