Por Samuel Auerbach
Hasan Rohani, el nuevo presidente iraní en un sorpresivo gesto de acercamiento a occidente, viajó a los EEUU para estrechar su mano en señal de amistad y conversar por varios asuntos que los distancian, como ser las restricciones que recaen sobre su país, el supuesto uso de la energía atómica con fines militares y el peligro de ser atacado si no demuestra con hechos lo contrario. Los iraníes saben muy bien que mientras se conversa, no cabe la violencia. Mientras conversan no serán molestados en su carrera armamentista, por lo cual tratarán de no interrumpir las conversaciones hasta que la bomba o las bombas atómicas estén en sus manos.
Es la misma política dilatoria que usó su antecesor con Argentina por el asunto de AMIA (en la fotografía el atentado). Los principales gestores del desastre que el 28 de julio del año 1994 truncó la vida a 85 argentinos e hirió a centenares, la mayoría de ellos judíos, están en Irán ocupando altos cargos en su gobierno mientras siguen siendo requeridos por la justicia argentina. Con el fin de no deteriorar las relaciones diplomáticas, convinieron en conversar amigablemente, buscando la manera de hacerlo sin entregar a los delincuentes. Y seguirán conversando hasta que estos terroristas se mueran por la acción del tiempo o por cualquier otro motivo. Entonces probablemente no tendrán ningún inconveniente en entregar sus cadáveres para que los argentinos los sancionen.
La hipócrita estrategia de los políticos iraníes
En ambos casos, están demostrando la hipócrita estrategia típica de los políticos iraníes. Nadie puede negar que conversar siempre es preferible a la violencia. Pero en los EEUU los iraníes usan las conversaciones con intenciones ocultas, engañando e inferiorizando a los americanos como lo están haciendo con los argentinos. Israel no cree a los súbditos de los ayatolas y seguirá sin confiar en ellos, hasta que sepa con certeza que esa arma de destrucción masiva no existe en sus arsenales.
No obstante conocer la trampa tendida, occidente no rechazó el engañoso gesto y comenzaron a hablar. No está del todo mal. Una fanática dictadura que apoya al terrorismo, y es además poseedora del arma atómica cuyos espeluznantes efectos colaterales son de difícil evaluación, es un real peligro no sólo para Israel sino para todo el mundo libre.
Es por eso que la presencia de Hasan Rohani en los EEUU es una buena oportunidad para seguir presionando a los iraníes en la persona de su Presidente, con la intención de llegar a una situación en la que Israel ni nadie tenga la necesidad de usar extremos. El mundo que conversa con los iraníes debe tomar en cuenta que ese pequeño pero fuerte país del Cercano Oriente, cuando note que su existencia corre inminente peligro de extinción, con o sin ayuda exterior no reparará en usar cualquier medio que esté a su alcance para que esto no suceda, como lo haría cualquier ser viviente sano con su natural instinto de conservación intacto.
Fuente: Aurora Digital