Por João Guisan Seixas
La negativa de la izquierda a apoyar una declaración institucional en memoria de las víctimas del Holocausto en el Parlamento Gallego, pone de relieve sus vínculos con la extrema derecha internacional y el islamismo.
Hace unas semanas no lo hubiera pensado así. Pero quizá el verdadero problema de Internet surgirá el día que encontramos en ella, o a través de ella, precisamente aquello que buscamos. Muchas veces para nuestra desesperación, pero otras para nuestro enriquecimiento, las cosas no funcionan como debieran y surge la sorpresa. Cuando el sistema se perfeccione y esos accidentes no sean posibles, nuestra visión del mundo se va a empobrecer y acabaremos buscando, y encontrando, sólo lo que ya sabíamos. Porque, aunque pueda sonar algo paradójico, a veces resulta mucho más interesante lo que encontramos que lo que buscamos.
Yo, por ejemplo, he escrito un documentado dossier de 45 páginas acerca de las relaciones entre el nacionalismo gallego de izquierdas y el neonazismo internacional, que nunca hubiera existido si no hubiera sido por un afortunado fallo informático imprevisto. Contaré la historia desde el principio.
En los últimos años venía siendo habitual en el Parlamento Gallego la aprobación de una declaración institucional en memoria de las víctimas del Holocausto, en el día establecido por la ONU para honrarla (27 de enero). En octubre pasado, sin embargo, hubo elecciones autonómicas que, a pesar de servir para reforzar la mayoría que ya tenía la derecha (el PP, Partido Popular), supusieron la irrupción de un nueva fuerza (AGE, “Alternativa Galega de Esquerda”) que se pretendía situar a la izquierda de la izquierda de la izquierda (que hasta ahora venía siendo representada por el BNG, Bloque Nacionalista Gallego). Esta nueva fuerza no es más que una “marca” de un antiguo líder del BNG, hace años apartado de la dirección, Xosé Manuel Beiras, que abandonó la organización al sentirse “ninguneado” por sus actuales dirigentes.
La primera paradoja se produjo entonces
La fijación de Xosé Manuel Beiras con Israel (o “contra Israel”) es enfermiza, y condicionó, durante su permanencia en él, la postura del BNG al respecto. También la sigue condicionando, por lo que se ve, incluso fuera de él. Porque al llegar el pasado 27 de enero, Xosé Manuel Beiras se negó a apoyar la declaración institucional en memoria de las víctimas del Holocausto, argumentado que era propaganda a favor de Israel. Entonces el BNG, que la había secundado en años anteriores, se sintió obligado, para no perder su posición de referente de la izquierda, a negarse también.
Como una declaración “institucional” sólo puede serlo si hay unanimidad, la postura de Beiras y BNG, a pesar de minoritaria, bloqueaba su aprobación. La primera paradoja se produjo ya entonces. Porque esta negativa sirvió precisamente para lo contrario que pretendía, y gracias a ella una declaración que solía pasar prácticamente desapercibida en los medios de comunicación, alcanzó una notoriedad imprevista. La noticia es siempre que el hombre muerda al perro, y no al revés. Que todos los grupos políticos se pongan de acuerdo en condenar el Holocausto, parece natural. Que alguien, en nombre de lo que sea, se niegue a una cosa así, resulta escandaloso. Y del escándalo es de lo que se nutre, cada día más, la prensa.
El eco de la negativa comenzó a expandirse por medios de comunicación para los que la declaración unánimemente aprobada nunca hubiera existido, llegando incluso a superar las fronteras de Galicia. Y ahí es donde entra Internet, y sus todavía posibles errores y “casualidades”.
A los pocos días recibía, a través de una lista de correo, enlaces a algunas reacciones de indignación que la noticia había provocado en algunos medios judíos del mundo. Por la razón que fuera, aquellos enlaces funcionaban y entonces decidí buscar las páginas directamente a través de Google. Escribí en la barra del buscador los términos que se repetían en esas informaciones “Galicia Party dismisses Holocaust remembrance” y le di a “enter”.
Efectivamente, en la página de resultados aparecían las páginas de las asociaciones judías mencionadas en el mensaje, también algunas de medios de información “neutrales” que se hacían simplemente eco de sus reacciones, pero, por el medio, aparecían otras páginas que no eran ni judías ni neutrales, sino todo lo contrario, y que se hacían eco también de las primeras, pero un eco agresivamente burlón.
Recorriendo la lista empezaron a desfilar, por el rabillo del ojo, algunas imágenes a las que no deba crédito.
Era el conocido signo del neonazismo internacional, rodeado por el slogan mundial del racismo, celebrando como “un rayo de luz en el horizonte” la actuación de nuestros izquierdistas.
En otros resultados de la lista no había signos gráficos tan evidentes, pero aparecían referencias escritas no menos inquietantes. Así, el subtítulo de una página llamada “Unity of Nobility” contenía claras manifestaciones racistas (“noticias para europeos blancos”) y antisemitas (“información deskhoserizada”). Al abrirla no cabía duda. En su página de inicio la noticia del boicot de nuestros “progres” a la memoria víctimas del Holocausto, aparecía debajo de la declaraciones de un concejal de un grupo ultra-derechista sueco que afirmaba que la Casa Blanca estaba controlada por los judíos, y de la referencia a un “sesudo” artículo de Willian Pierce (uno de los fundadores del partido neonazi americano “National Alliance”) en el que se defendía que los judíos son los verdaderos culpables del odio a los judíos:
Esta página es especialmente curiosa, porque ella sola desmonta la coartada más recurrente de la izquierda anti-israelí, también en este caso: ellos son “anti-sionistas” no “anti-semitas”. Se niegan a condenar el Holocausto no porque no lo condenen (esto es curioso) sino porque al hacerlo estarían favoreciendo de alguna manera al naturalmente perverso Estado de Israel (lo que constituye, por otra parte, un reconocimiento implícito de que el Estado de Israel adquiere una justificación moral también en función del Holocausto).
Manifestaciones claras de antisemitismo
Toda esta superchería ideológica se viene abajo a la vista, simplemente, del “tratamiento informativo” que los propios antisemitas dan a la noticia. Como se ve, no aparece al lado de noticias de Oriente Medio, ni de nada que tenga que ver con el conflicto árabe-israelí. La ponen al lado de manifestaciones claras de antisemitismo, porque la reconocen (y si algo no les podemos negar es su olfato de sabuesos para identificar a un congénere) como una más de ellas. ¿De qué nos sirven sus afirmaciones de “no antisemitismo”, cuando los antisemitas los consideran como tales, celebran sus actos y los ilustran con caricaturas que condensan todos los tópicos del odio antijudío?
Son sólo dos ejemplos, porque el dossier no puede resumirse en el espacio del que dispongo. Lo más importante es que, durante el mes largo de su realización, pude corroborar la primera impresión que tuve aquella tarde ante la abigarrada página de resultados inesperados. Efectivamente: toda la ultra-derecha internacional, con todos sus matices, ramificaciones, extrañas alianzas y derivaciones, aplaudía de forma unánime la “hazaña” antiisraelí de nuestros supuestos campeones del progresismo de negarles un día a las víctimas del Holocausto.
Aunque hay muchas cosas curiosas y reveladoras en todas esas muestras de apoyo, a veces ofrece más información el camino que sigue una información que la información en sí. Sobre todo porque esos flujos nos revelan también un tráfico paralelo de posturas ideológicas, argumentos retóricos y recursos simbólicos, no sólo entre puntos distantes geográficamente, sino también entre grupos, en principio, políticamente distantes.
Uno de los “hilos” que analizo, por ejemplo, parte de una página pro-palestina, de aires aparentemente “progres” y “altermundistas”, firmada por un tal Mounadil Al Djaziri (“El Combatiente Argelino”) quien se hace eco de algunas informaciones de medios españoles sobre la negativa de Beiras y el BNG y las reacciones en contra de la FCJE (Federación de Comunidades Judías de España) y AGAI (Asociación Galega de Amizade con Israel), elogiando, evidentemente, la actitud de nuestros izquierdistas con quienes demuestra una clara simpatía ideológica.
Pues bien, esta nota aparece reproducida literalmente en la web de un grupo francés de extrema derecha (ellos le llaman “cuarta vía”), Égalite & Réconciliation creado por un personaje estrambótico de la política gala, exmilitante del Partido Comunista y posteriormente del Frente Nacional de Le Pen, Alain Soral.
La publicación de Soral es, a su vez, reproducida más tarde en una web vinculada a un ultra-nacionalista ruso y recalcitrante antisemita llamado Alexander Dugin, en su día asesor de Putin y vinculado con toda la ultra-derecha internacional, desde el “Partido Liberal” austríaco al Ku Kux Klan americano.
Podría pensarse que se trata el tráfico habitual de informaciones a través de la red, pero el descubrimiento más importante del dossier es el de que no sólo se comparten informaciones, sino presupuestos ideológicos, actitudes, mitos y símbolos. Ya que acabamos de mencionarlo, en una página vinculada al Ku Kux Klan se ilustra el texto en que se felicitan por el boicot de nuestros progresistas con esta caricatura:
Los trazos del pionero israelita están directamente inspirados en los del “humor” antisemita de la prensa nazi. Sobre todo la nariz característica.
Este libro escolar nazi lo dice: “la nariz de los judíos es ganchuda en la punta, parece un seis”.
Pues bien, ese israelí que respira por un 6, que aparece en una página del KKK, sostiene en la mano una pancarta que reproduce exactamente el argumento de Beiras y el BNG para justificar su negativa: las conmemoraciones del Holocausto son simple propaganda a favor de Israel.
Lo más apasionante de este estudio ha sido que, siguiendo la pista de las adhesiones a la postura de Beiras y el BNG hemos ido trazando el mapa del neonazismo, neofascismo, racismo y antisemitismo actuales y hemos descubierto muchas de las relaciones ideológicas entre todas esas manifestaciones y entre ellas y el conjunto de la extrema izquierda por una parte, y del integrismo islámico por otra. El odio es un espejo que nos confunde y nos devuelve una imagen engañosa. Cuando él es nuestra única referencia, perdemos todas las referencias, y creyendo que nos movemos hacia la izquierda acabamos yendo hacia la derecha más extrema.
El autor es escritor gallego, miembro de AGAI (Asociación Galega de Amizade con Israel).
Fuente: Aurora Digital