Con la nueva ciudad palestina de Rawabi, todos ganan

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Por Elhanan Miller
Si todo va según los planes, este verano 600 familias de clase media comenzarán a mudarse a sus nuevos apartamentos en Rawabi, el mayor proyecto de construcción en la historia palestina.
La ciudad se ubica en una colina a 9 kilómetros al norte de Ramala, Cisjordania, justo entre Nablus y Jerusalén, y la costa israelí es claramente visible desde los balcones de los apartamentos más altos. Rawabi, que en árabe significa “colinas”, está enteramente financiado por fuentes privadas, un proyecto conjunto entre la compañía palestina Massar International y la empresa de bienes raíces catarí Diar; se estima que el proyecto sobrepase los mil millones de dólares. Cuando la Fase A esté finalizada, será el hogar de más de 25 mil habitantes que buscan escapar del desorden de las ciudades palestinas tradicionales.
Aunque el prospecto de un resultado positivo de las negociaciones palestino-israelíes luce aún dudoso, Rawabi es una gran certeza. Pero la brillante nueva ciudad en la colina no es solo un modelo de emprendimiento palestino, sino también un poco conocido ejemplo de cooperación entre Israel y los palestinos.
Bashar al-Masri, director gerente de Rawabi, dice que aunque ninguna empresa de Israel está participando en la construcción, cientos de proveedores israelíes suministran materiales como cemento, arena, componentes eléctricos y plomería. Estima que las compañías israelíes obtienen beneficios del proyecto por el orden de decenas de millones de dólares mensuales. El único principio político que mantiene Rawabi respecto a Israel es no cooperar con empresas de los poblados judíos de Cisjordania. “Compramos a quien nos dé el menor precio”, dice al-Masri. “No hacemos diferencia si la compañía es israelí, italiana o alemana”.
“No tenemos más opción que cooperar con Israel y los israelíes, pero también deseamos hacerlo”, agrega. “Es un error separar nuestra economía de la de Israel. Proyectos como este acercan a nuestros pueblos: los israelíes vienen, interactúan con los palestinos, y se dan cuenta de que no hay peligro en venir aquí. Existe una sensación de comodidad”.
Estas actitudes han colocado a al-Masri, un nativo de Nablus que pasó mucha de su vida adulta en Estados Unidos, el Reino Unido y Arabia Saudita, bajo el fuego de su propia sociedad. En 2012, el Comité Palestino de BDS (boicot, desinversión y sanciones) lo condenó por su “normalización” con Israel, acusándolo de “buscar sus propios intereses y ganancias a expensas de los derechos palestinos”.
Pero a pesar de los esfuerzos de BDS, el ambicioso proyecto es ya una gran bendición para la economía palestina. Generando entre 8 mil y 10 mil puestos de trabajo en la construcción, Rawabi es de lejos el principal empleador privado en Cisjordania. Una vez completa, la ciudad empleará de 3 mil a 5 mil personas en su centro comercial y cultural, dice Amir Dajani, vicedirector gerente del proyecto.
Rawabi se materializó de forma notablemente rápida; la planificación comenzó hace cinco años, y la construcción hace apenas dos. Situado en la llamada Área A, Rawabi se ubica en plena jurisdicción palestina, donde la burocracia para la planificación y la construcción son mucho menos obstructivas que en el vecino Israel. Una cantera local alimenta la instalación de corte de piedras, que está activa las 24 horas del día, seis días por semana. La ciudad contará con tres escuelas, dos mezquitas, una iglesia y un centro comercial que incluirá restaurantes y cines, además de un anfiteatro para 15 mil personas. Aunque aún no hay residentes, ya tiene un alcalde designado, Majed Abdul Fatah.
Pero la cooperación con las autoridades israelíes no ha sido siempre fácil. La Administración Civil, organismo de las Fuerzas de Defensa de Israel, objetó la ampliación de una vía local que lleva a la nueva ciudad y pasaba por el Área C, que está bajo control administrativo israelí. Y la empresa nacional de acueductos, Mekorot, aún no ha garantizado el suministro de agua para Rawabi.
Dov Weisglass, abogado israelí y anterior jefe de gabinete del primer ministro Ariel Sharón, es el asesor legal de Rawabi en sus tratos con el gobierno de Israel. Dice que aunque algunos funcionarios de la Administración Civil le han colocado obstáculos a Rawabi, pues “no son entusiastas de la visión del desarrollo palestino”, el gobierno ha cambiado gradualmente su actitud hacia la nueva ciudad. “Hace pocos años, cuando Rawabi apenas se estaba iniciando, el talante del gobierno era más suspicaz”, explica Weisglass. “Sin embargo, hoy en día puedo decir con satisfacción que la mayoría de las autoridades cooperan de buena gana, pues comprenden que se está haciendo historia ante nuestros ojos, tanto domésticamente como, hasta cierto punto, en relación con Israel”.
Weisglass asevera que esta nueva urbe de clase media será la antítesis de la violencia y el extremismo. “¿Acaso este proyecto no contribuye a la normalización, la coexistencia y la paz? Estamos haciendo algo tremendamente importante para el Estado de Israel”, afirma.
Fuente: The Times of Israel
Traducción: Nuevo Mundo Israelita

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