Por Rabino Iona Blickstein
Los egipcios se dividieron en tres grupos, uno decía: “Persigamos a Israel y tomemos sus riquezas, y no los matemos”, el segundo dijo: “tomemos solamente sus riquezas” y el tercero propuso: “matémoslos y tomemos sus riquezas”
Y el Faraón eligió a soldados circuncisos, que siguieron el consejo de Israel y se circuncidaron, pensando que así le sería fácil vencer a los hebreos.
Y el sexto día de Pesaj el Faraón alcanzó a los hebreos.
Alzaron los hijos de Israel sus ojos y he aquí que los egipcios marchaban tras ellos; temieron mucho y clamaron los hijos de Israel al Eterno.
Marcharon tras ellos; en hebreo “Nosea Ajareihem” nosea – viaja en singular, explica Rashi: “con una sola intención, como un solo hombre”. Los hebreos vieron que los egipcios estaban unidos y temieron porque como es sabido, la unidad trae la fuerza y por ese mérito podrían vencerlos. Y también vieron al Ángel tutelar que viajaba desde el cielo para ayudar a los egipcios y todo esto les hizo olvidar los milagros y maravillas que hizo D-s en Egipto, las plagas, la salida de Egipto, al ver que el ministro de Esav, descendió del cielo para ayudarlos pensaron que por sus pecados iban a ser entregados a sus enemigos.
¡Qué nos hiciste! Reclamaron a Moshé, ahora vendrán los egipcios y se vengaran de nosotros por lo que les hicimos, ¡matamos a sus primogénitos y nos escapamos con sus riquezas! Y todo lo hicimos como tú nos ordenaste, habla ahora a los oídos del pueblo que demande cada varón a su compañera y cada mujer a su compañero utensilios de plata y utensilios de oro y tú, con tus consejos diste al Faraón una espada en sus mano y nos matará sin piedad.
Los egipcios estaban tras ellos y a los dos costados habían un sinfín de animales feroces del desierto, los hebreos se sintieron acorralados y no sabían que hacer.
En su desesperación clamaron: ¿ Acaso por no haber sepultura en Egipto nos tomaste para morir en el desierto ? ¿ Qué nos has hecho al sacarnos de Egipto ?
Los hebreos a la orilla del Mar Rojo
Estando a la orilla del Mar Rojo, los hebreos se dividieron en cuatro grupos:
Las tribus de Reuven, Shimón e Isajar dijeron: Mejor tirarnos al mar y no caer en manos de los egipcios.
Las tribus de Zebulum, Biniamin y Naftali propusieron: Volvamos a Egipto, mejor ser esclavos que morir.
Las tribus Iehuda e Iosef exclamaron: ¡Lucharemos!
Las tribus de Levy, Gad y Asher, dijeron: ¡Gritaremos contra ellos! Como usan hacerlo los guerreros y por medio volverás a su país.
Y Moshé contestó a cada uno de ellos:
Aquellos que dijeron tirarse al mar, les dijo: Deteneos y ved la salvación que el Eterno hará a vosotros hoy.
A lo que replicaron: ¿ Cuando será la salvación ? Mañana dijo Moshé – No tenemos fuerza para esperar hasta mañana – Entonces hoy, contestó Moshé y les mostró los ejércitos celestiales que estaban parados ante ellos por eso dice el versículo, ¡deteneos y ved, levanten vuestros ojos y vean a los ángeles que vienen a salvarlos!
A los que dijeron volver a Egipto les dijo Moshé: No tienen que volver a Egipto, no volveréis a verlos jamás.
Aquellos que dijeron luchar contra los egipcios les dijo Moshé: El eterno peleará por vosotros y aquellos que propusieron gritarles les dijo: y vosotros callaréis, quédense quietos, alaben a D-s, no hay necesidad de gritar.
D-s dice a Moshé:
Di a los hebreos que se dirijan al mar, lo único que deben hacer es seguir viajando puesto que el mar no será un obstáculo, gracias a la virtud de sus padres y a la fe que en mí tuvieron al salir de Egipto, les partiré el mar.
El cruce del Mar Rojo
Moshé, por mandato de D-s toma su vara en la mano, la levanta sobre el mar y D-s levanta un fuerte viento del este durante toda la noche, como es sabido este viento es el más fuerte de los vientos, y por medio de D-s cobra su venganza de los malvados y sopló durante la noche del séptimo día de Pesaj con tanta fuerza que secó las aguas del mar y así fueron divididas las aguas.
Cuando las tribus llegaron a la orilla del Mar Rojo comenzaron a discutir, ya que cada una declaraba que quería ser la primera que se tire al mar, y en medio de la discusión saltó la Tribu de Biniamin antes que todos. Los principales de Iehuda comenzaron a tirarles piedras y todos recibieron una buena recompensa y así fue. La Tribu de Biniamin ameritó que Shejiná, la Divina Providencia se asentó en sus tierras, ya que el Sagrado Templo fue construido en las tierras del menor de los hijos de Iaakov, y también Iehuda que se disputó con Biniamin para saltar al mar ameritó que de él salga la realeza, así explica Rabí Meir.
Rabí Iehuda explicó lo ocurrido de una manera diferente: “todas las Tribus al unísono dijeron: ‘no queremos tirarnos al mar, cuando los otros entren, también entraremos, saltó Najshón ben Aminadab, y tras el saltó su Tribu, y las demás y por esta razón ameritaron el reinado”.
Entraron los hijos de Israel en el mar, en el seco y las aguas fueron para ellos como muros a su derecha y a su izquierda. Los egipcios persiguen a los hebreos y entran al mar con sus caballos y carro. Antes de que amanezca D-s manda la columna de fuego con las nubes sobre los egipcios y les produce un caos.
La columna de nube desciende y transforma el agua en arcilla y la columna de fuego la hace hervir y las patas de los caballos resbalan y caen, por causa del fuego se quemaron las ruedas; y los carros se arrastraban y los que en ellos viajaban se movían y rompían los huesos.
Los egipcios dicen:
¡Escapemos de los hebreos! Porque D-s combate con ellos, pero D-s ordena a Moshé y el vuelve a levantar sus manos sobre el mar y las aguas regresan a su cause y cubren el ejército del Faraón jinetes y carros y no queda ninguno con vida.
Mas los hijos de Israel anduvieron en lo seco en medio del mar, las aguas fueron para ellos como muros a su derecha y a su izquierda y en la orilla ven como los egipcios están muertos ya que a la orden de D-s el mar arrojó los cadáveres de los egipcios para que los hebreos los vean y no les sigan temiendo. Vio Israel el poder grande que usó el Eterno contra los egipcios y temió el pueblo al Eterno, creyeron en el Eterno y en Moshé su siervo. Sobre este milagro, el cruce del Mar Rojo y la muerte de los egipcios Moshé y los hebreos entonaron un canto de alabanza al Eterno.