¿Qué opina la ley judía sobre el rescate de prisioneros?

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Por Rabino Iona Blickstein
Los sabios nos enseñaron que es una mitzvá rescatar a los cautivos, y se debe donar dinero para ello, siendo este precepto anterior en importancia de todos las otras clases de caridad, porque el preso sufre de hambre y sed y de falta de ropa, y además su vida está en peligro (Baba Batra 8:2). No hay que escatimar esfuerzos para rescatar a los prisioneros de guerra (Rambam y Shulján Aruj, Yoreh Dea, 352, a).
Sin embargo, los sabios fijaron una ley que prohíbe pagar por la redención de los cautivos un precio exorbitante, como explica la Mishná en el tratado Gittin (45, a): “ No se pueden rescatar cautivos por encima de su valor real por el buen ordenamiento de la sociedad”(Tikun Olam). El principal argumento es no crear incentivos para que los ladrones secuestren a más de los nuestros, después de saber que estamos dispuestos a pagar cualquier suma. Mientras que el Talmud menciona otra posible razón para esta ordenanza, que es no obligar al público a donar sumas de dinero mas allá de sus posibilidades.
Sin embargo, la mayoría de los Rabinos, el Rif, el Rosh, Maimónides y el Tur, opinan que la razón principal de esta ordenanza es no alentar a los bandidos a raptar judíos, y así falla el Shulján Aruj (Yore, Dea, 252:4).
La historia cuenta que uno de los Sabios de Israel, el rabino Meir de Rothenburg (1215-1293), fue raptado y encarcelado  en Anzisheim, en  Alsacia. El malvado emperador Rodolfo pidió una suma enorme para liberarlo. Muchos de los alumnos del Rabino querían reunir el dinero para el rescate, ya que según la ley judía, si el Rabino en cuestión es considerado uno de los grandes maestros de su generación, se podía pagar por su  libertad cualquier cantidad de dinero. Pero el Rabino les dijo que no lo hicieran, porque  al pagar por su rescate una suma cuantiosa de dinero los enemigos continuarían secuestrando a las luminarias der Israel para exigir cantidades exorbitantes para su liberación.
El Gran Rabino de Rothenburg pasó siete años en prisión, hasta su muerte. Su  grandeza de alma y gran devoción por la comunidad salvó a  los sabios de las siguientes generaciones de posibles secuestros, y a las comunidades de enormes gastos que podrían crear una crisis económica sin precedentes.
Cuando se trata de una guerra continua contra los terroristas, está prohibido claudicar ante cualquier clase de chantaje, porque al hacerlo los enemigos lo verán como señal de debilidad. En cambio, una persona particular podrá pagar por su liberación cualquier suma si puede y aunque la secuestren otra vez, pero esa es su propia responsabilidad (Shulján Aruj, Iore Dea ,252: 4). Con respecto a sus familiares no pagará más de lo que permita la ley, y con respecto a su esposa, hay diversidad de opiniones entre los rabinos.
Cuando los secuestradores amenazan con matar al prisionero, hay rabinos que opinan que la ley cambia y que el imperativo de “salvar una vida” hace a un lado la ordenanza que fija no pagar una suma  exorbitante para el rescate, aunque debo señalar que grandes autoridades rabínicas discuten sobre este punto (Pitjei Teshuvá, Iore Dea, 252:4)
La  regla a seguir es que en situación de guerra no se rendirá ante ninguna exigencia del enemigo, y si este toma algún prisionero se tratará de salvarlo, ya que encontramos en la Torá: “Cuando el rey de Arad, canaanita que vivía en el Neguev, escuchó que Israel se aproximaba por Atarim, atacó a Israel y tomó cautivos de ellos” (Bamidbar, 21:1). Dicen nuestros sabios (lo trae Rashi) que en realidad solo tomaron una esclava de Israel y que para salvarla no se abrieron negociaciones, sino que se salió a la guerra. Así hizo el rey David, cuando los amalequitas atacaron a Tziklag y tomaron prisioneras a las mujeres; los venció y las rescató (Shmuel 1, 30).
Aunque vengan los enemigos a a robar cosas sin importancia se los enfrenta, porque al rendírseles por algo pequeño, seguirán peleando contra nosotros una y otra vez.(Eruvin, 45:a)
Se puede cambiar prisionero por prisionero, no más. Esta es la norma que rige hoy en día en todas las naciones del mundo.
Cuando se trata de finalizar una guerra, se puede hacer un intercambio de prisioneros entre las partes, a pesar de que una de ellas tenga en su poder más prisioneros que la otra, porque esa es la costumbre en momentos de firmar un cese de fuego; en este caso no se considera que “pagan más de lo que se puede” según lo dispuesto por la ley de la Torá, ni tampoco se sospecha que la entrega de los prisioneros pueda ser factor para la continuación de la contienda. Seguramente serán otras las consideraciones que decidirán la declaración de una nueva guerra.

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