Por Elías Farache S.
El pasado jueves 12 de junio, tres jóvenes estudiantes fueron secuestrados en Israel. Dos tienen 16 años, el tercero, 19. Hamás parece ser responsable de este incidente; en las calles de Gaza se reportaron celebraciones al respecto.
Esta es una historia que se repite, con saldo trágico para israelíes y palestinos. En el año 2006, los secuestros de Eldad Reguev y Ehud Goldwasser en la frontera con el Líbano, y de Guilad Shalit en la frontera con Gaza, significaron una operación militar contundente que destruyó el Líbano y arrojó cientos de cohetes sobre el norte de Israel. Reguev y Goldwasser regresaron en el verano de 2008 en ataúdes, a cambio de Samir Kuntar, un asesino convicto y confeso de un crimen en Nahariya registrado treinta años antes, y cuatro “milicianos”. Shalit sería liberado en octubre de 2011, luego de más de cinco años de cautiverio, a cambio de 1027 prisioneros.
Esta vez, los secuestrados son unos civiles que pedían cola. En esta oportunidad Hamás y la Autoridad Palestina están de luna de miel, luego de un anunciado gobierno de reconciliación palestino. Hamás no reconoce a Israel, ni negocia ni conversa con el Estado judío. Desde los días del cautiverio de Shalit, nada remotos, se anunciaba que la estrategia exitosa de secuestrar y pedir altos rescates sería repetida. El incidente que se vive en estos días estaba ya anunciado.
Ahora viene lo peor.
Israel sale a buscar a sus ciudadanos. Para ello debe usar métodos antipáticos: requisas, detenciones, interrogatorios, cierre de áreas…. ¿Qué otras cosas puede hacer? Las imágenes de estas actividades generarán condenas.
Si los resultados no son los deseables, vendrán acciones más fuertes. Antipáticas. Que se llevarán, como siempre, el repudio mediático. También las condenas de siempre, los lugares comunes que señalan a Israel como poderoso y opresor. Bombardeos a Gaza. Destrucción de infraestructura terrorista anidada dentro de población civil inocente (aun cuando sea simpatizante de la causa), daños “colaterales”, cuya responsabilidad será atribuida a Israel y no a quienes perpetraron un secuestro bajo la mirada tolerante, cómplice, colaboradora o socia para con los secuestradores…
Si Israel no logra rescatar a los muchachos secuestrados en breve lapso, lo que viene es violencia y más sinsabores. Un desenlace que puede ser fatal para los secuestrados, una acción violenta de rescate, una retaliación que advierta que estas acciones no serán nunca toleradas. Una liberación luego de un largo y angustiante período de espera, en un canje desigual de prisioneros convictos, confesos y condenados.
En cualquiera de los casos, se trata de un secuestro anunciado y de un rescate costoso. Con resultados poco edificantes.
Israel y sus vecinos. La civilización, desde el punto de vista occidental y judeo-cristiano, frente a la barbarie. Los infieles frente a los fieles desde otro punto de vista.
Esperemos lo mejor. Preparémonos para lo peor.
Fuente: Nuevo Mundo Israelita