Por Yoed Magen, Embajador de Israel en Colombia
Lo único que desea Israel es vivir en paz con sus vecinos.
Desde la Segunda Guerra Mundial, donde fueron asesinados 6 millones de judíos, no ha habido ningún país en el mundo que haya sido objeto de ataques masivos de misiles como el Estado de Israel. A partir del año 2000, más de 14.000 misiles han sido lanzados, desde la franja de Gaza, por Hamás y otras organizaciones terroristas. Un promedio de 1.000 al año, 3 por día. El objetivo de Hamás es la aniquilación de Israel, tal como lo estipula su plataforma ideológica.
Tras el cese del fuego que siguió a la Operación Pilar Defensivo, en el 2012, quedó claro que era cuestión de tiempo para que Hamás comenzara una nueva ronda de violencia contra Israel. En vez de dedicar su tiempo y esfuerzos para mejorar la situación de la población en Gaza, Hamás los dedicó a fortalecer su infraestructura terrorista y aumentar su arsenal mortífero. Israel, en cambio, como siempre lo ha hecho, invirtió en reforzar la defensa de sus ciudadanos con refugios y con el novedoso sistema de intercepción de misiles Cúpula de Hierro.
En abril de este año, la Autoridad Palestina pactó con Hamás la creación de un gobierno de unidad nacional. Israel advirtió sobre los peligros del acuerdo. Pocas semanas después se inició un incremento de la actividad terrorista de Hamás contra Israel. Esta culminó el 12 de junio, con el secuestro y posterior asesinato de 3 jóvenes israelíes por miembros de Hamás. Al tiempo, comenzaron, desde Gaza, los lanzamientos de cohetes contra ciudades israelíes, con el objetivo de matar e interrumpir la vida cotidiana en el país.
Israel mantuvo prudencia durante semanas. Sin embargo, nuestra paciencia se agotó con la intensificación de los ataques, y el 7 de julio, el Gobierno decidió iniciar la Operación Margen de Protección, con el propósito de destruir la infraestructura terrorista dirigida contra el Estado de Israel y sus ciudadanos y restaurar la estabilidad y la tranquilidad de sus residentes.
Las acciones de Israel están orientadas a eliminar esta amenaza estratégica, reduciendo al máximo la capacidad de Hamás de lanzar cohetes. El ejército dispara únicamente contra objetivos militares.
Simultáneamente, Israel hace todo lo necesario para que la población de Gaza no se vea afectada por este conflicto. De esta manera, ha realizado miles de llamadas telefónicas a los residentes de Gaza y ha lanzado volantes que advierten que por su propia seguridad se mantengan alejados de los terroristas y de sus instalaciones.
Los terroristas hacen todo lo contrario. Dirigen su fuego deliberadamente contra los centros poblados y se esconden entre su población civil, actos que constituyen un doble crimen de guerra y violación del Derecho Internacional Humanitario.
Hamás no busca ningún acuerdo con Israel. Ni quiere el diálogo o lograr un compromiso histórico. En su defecto, busca causar caos y dolor a través de la ‘Guerra Santa’ –Yihad– para así llevar a cabo su máximo objetivo ideológico: la destrucción del Estado de Israel.
Israel no puede tolerar una situación en la que millones de sus ciudadanos se ven obligados a vivir bajo esta constante amenaza. Ningún país lo haría. El Gobierno de Israel tiene todo el derecho a una legítima defensa y tiene la obligación de actuar con decisión cuando sus ciudadanos están siendo atacados.
El terror y el extremismo siguen siendo el mayor obstáculo para la paz en Oriente Próximo. Lo único que desea Israel, lo que siempre ha deseado, es vivir en paz con sus vecinos. Esto se logrará únicamente cuando los palestinos renuncien para siempre al terrorismo y a la violencia. Sin embargo, grupos como Hamás prefieren seguir manteniendo la opción del terror como arma estratégica contra Israel.
Fuente: El Tiempo, Bogotá