Por Beatriz W. De Rittigstein
A raíz del secuestro y asesinato de tres jóvenes judíos cerca de Hebrón, surge un grupo desconocido que asumió su autoría. Se denomina "Seguidores del Estado Islámico en Bayt al Maqdis" y, además, se atribuyó parte de los misiles lanzados desde Gaza hacia Israel.
Sin embargo, esta confesión no es válida, pues hay evidencias de la culpabilidad de Marwan Kawasme, Amer Abu Aysha y Hussam Dufash, miembros del brazo armado de Hamás.
Tras el secuestro, los palestinos en las calles repartieron dulces y en redes sociales publicaron mensajes alabando la acción. Pidieron más secuestros para generar escenarios como el ocurrido con Gilat Shalit. Desde 2013, las fuerzas israelíes frustraron unos 64 intentos de rapto.
Hay pruebas de que el secuestro fue instigado por dirigentes de Hamás en el exterior. Salah al Arouri, desde Turquía, envió visitantes a Cisjordania. Varios fueron detenidos con dinero e instrucciones para establecer células que cometan secuestros. Arouri responde al jefe político de Hamás, Khaled Mashaal, quien afirmó: "beso las manos de aquellos que los secuestraron".
Hamás no actúa como un ejército, no hay órdenes directas, sino líneas generales, entre ellas, perpetrar secuestros. Así, Mashaal alegó que Hamás está formado por una rama política y otra militar, y dado que él pertenece al brazo político, no puede dar órdenes al brazo armado.
Ese es el truco con el que las bandas islamistas radicales pretenden impunidad. Recordemos que ante la acusación del gobierno búlgaro contra Hezbollah como autor del ataque terrorista en Burgas (julio de 2012), la Unión Europea señaló al ala militar de Hezbollah, cuando en realidad se trata de un solo movimiento terrorista que actúa en el área política y militar.