De la ayuda social al terrorismo: cómo llegó Hamas a controlar Gaza
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Por David Bittan Obadia
Si en algún momento el movimiento terrorista Hamas decide dejar de lanzar cohetes a población civil de Israel de forma indiscriminada y respeta las treguas y resoluciones de entes multilaterales y/o cualquier acuerdo en las mesas de negociaciones que seguramente se plantearán, quedarán en el ambiente muchas reflexiones que quiero compartir.
No habrá culpabilidad, en la condena de Hamas, entonces se les reintegrará por un tiempo a la inicial oscuridad, a la que mueve sus sentimientos a su razón de ser, pues si no hay conflicto deberán enclaustrase en el gozo del olvido. Es mi deseo pero lamentablemente no será.
Para Israel y el pueblo judío  las lecciones serán infinitas, miles de artículos, gran cantidad de manifestaciones que a veces parecieran son una avalancha  en su contra por aquél fantasma que no deja de aparecer, pero que desde mi humilde opinión no es tal.
Son infinitas las manifestaciones a favor de una acción de defensa de Israel, son miles y muy cercanos a los palestinos  de los que su silencio hablan más que en voz baja, pero que retumban, hay una interpretación del deseo de millones que quieren vivir en paz y su tormento se llama Hamas.
Es increíble los tanto quienes en el oído me manifiestan su solidaridad, estoy realmente sorprendido no porque lo necesite precisamente de ellos, si no por el origen del mensaje.
Dentro de tanta angustia vemos escritores de izquierda y derecha abrir sus ojos y despertar del letrado de aquel juego a lo rojo, de la poesía de izquierda,  la de los bares de Madrid de los que pensaban que con el lápiz cambiarían el mundo y ahora ven al lobo muy cerca.
Son tantos que nos han hecho comprender y recordar  que hemos sobrevivido a egipcios, babilonios, persas, griegos, romanos, otomanos, alemanes, soviéticos y a los pichones de mala voluntad que a menudo se parecen, (algunos marranos) por el nuevo continente, muchos de ellos que están por tratar de ubicarse, entre esclavos negros o mestizos sin entender que ese ya no es un tema y que todos somos iguales ante D-OS , pero aquel discurso da dividendos.
Este conflicto (que lamentablemente se repetirá)  como ningún otro ha logrado en el pueblo judío  que se  haya  compactado a un más, siendo todos uno, jamás habíamos percibido un apoyo tan abrumador frente a un evento bélico.
Hoy quien suscribe comprende que el Ejército de Defensa de Israel no lucha por odio, no se enfrenta por un tema religioso o de territorio (pues ya lo cedió), lo hace en defensa y por amor a la tierra prometida, a ese espacio que ha sido reino, entre otros, de David, Salomón y Saúl. Ese pueblo que como bien lo decía Mark Twain: “Todos los pueblos son mortales, menos el pueblo judío, todas las demás fuerzas pasan pero él permanece y su secreto es la inmortalidad”.
Durante este conflicto se ha desvelado es plan de algunos pocos, que piensan que los demás somos estúpidos o ignorantes,  pero quizás es el reflejo de verse en su propio espejo, esos que trataron de sembrar en países nobles  y de gente de  bien, cansados de ser engañados por los de turno, de esta América Latina, la versión que los palestinos tienen de 11 mil años de historia, pero lo increíble es escuchar del pueblo, de esas radios comunales, de esas plumas de los que sufren,  de la América  nueva  y con mucha razón que “Palestina” fue el nombre asignado a Judea por los romanos tras la revuelta del siglo II como una forma de romper infructuosamente el lazo entre los judíos y su tierra.
En estos días el mundo ha comprendido que aguantar nos ha hecho más fuertes.
La gente pensante ha transmitido  que es moralmente obligado recordar que Israel no ataca a civiles inocentes, sino a combatientes vestidos de paisano, a diferencia de Hamás que dispara indiscriminadamente contra centros urbanos.
Que Hamás nunca ha necesitado excusa alguna para atacar a Israel. Lo lleva en los genes y lo proclamó en su carta fundacional.
Este conflicto me recuerda que nuestros hermanos menores, los cristianos  en el siglo XXI son los más vulnerables y perseguidos por los gobiernos musulmanes, por los que piensan que ellos al igual que nosotros somos infieles, somos algo así de malos, como el imperialismo para los comunistas.
También estos días  me recuerdan aquel septiembre negro que según  Yasser Arafat, cerca de 20.000 palestinos fueron asesinados durante  esos días, en los años 70 y nadie dijo “PIO”. Que los  habitantes de Gaza sólo quieren lo que todos  aspiramos: una vida normal, nada más y nada menos, libre de terroristas, libre de Hamas. Que  algunas de las  víctimas no son productos del conflicto solamente si no de unas mentes criminales, que las usan como escudos.
Estos días me llevan a la reflexión del porque tantas décadas  (más de seis) del pueblo palestino en plan de refugiados. Y no es precisamente por las acciones del ejército de Israel.
Estos días me recuerdan que 200.000 fallecidos en Siria  se silencian, porque hay fallecidos que venden y otros que no y por ello algunos  pasan al olvido.
Estos días de tanta reflexión me llevan cada vez más a escuchar a mí querido suegro, quien con lágrimas en sus ojos me cuenta de su bella  natal Alepo. En estos días no logro darle explicación a el porque destruyeron su casa, su sinagoga, su colegio, sus plazas, sus fuentes, me da impotencia no poder decirle porque esto se oculta, porque tanta hincapié en Palestina, no sé qué decirle cuando me interroga. No sé qué contestarle  porque por estos lares no se  ayudan a los miles de niños sirios, a los cientos de huérfanos.
Estos días me recuerdan que “EL FUTURO DE ISRAEL, SERÁ GLORIOSO”: (Zacarías 8:21-23). Habrá un castigo terrible, para los que hablan mal de Israel (Zacarías 14:12). Y en Génesis 12: 2-3 dice: “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición”. “Y bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré”.
Estos días me recuerdan que la verdadera felicidad está en el recorrido que seguimos hasta obtener nuestros objetivos, en las ilusiones y en la esperanza y que el mundo desafortunadamente aprende a destiempo.

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