Por David Bittan Obadía, Presidente de la CAIV
Surge en el mundo una gran incógnita: cómo y cuándo pudo agruparse una organización, que luce muy bien preparada y equipada, con armamento de última generación y tantos seguidores, un grupo que todos se preguntan cómo ha logrado establecer un “califato” sin límites concretos, que tiene como enemigos a países tan distantes como Rusia, Arabia Saudita, Irán o Estados Unidos.
Miles de refugiados circulan por el Medio Oriente, la mayoría de las víctimas increíblemente son musulmanes. Este grupo es heredero de Al Qaeda, una organización sunita; originalmente se llamaba “Estado Islámico de Irak” (2006), creada y con radio de acción en ese país y en parte de Siria, donde tiene su mayor operación, pues ha aprovechado el caos de la guerra civil.
Esta organización no salió de la nada; en esas zonas ya era conocida; posteriormente se implicó en la revolución siria y otras organizaciones yijadistas, luego se anunció su rompimiento con Al Qaeda.
La pobreza, corrupción, dictaduras y guerras civiles han propiciado su crecimiento; muchos dicen que la invasión norteamericana a Irak prendió la mecha para que esas milicias tomaran fuerza, pues si la idea era derrocar a Saddam para qué había que destrozar un Estado, un país, un sistema. Ese es un tema para otro articulo, pues hay mucha tela que cortar.
Tengo sentimientos encontrados por no estar seguro de si hubiese sido mejor tener a Saddam y a Gadafi con vida, controlando a sus leones, y a un Bashar al-Assad haciendo de las suyas aguas adentro. Los estadounidenses y sus aliados pensaron que Assad caería pronto, que era un tema de días, y llegaría la democracia a ese país, junto con los McDonalds, los Walgreens, etc. Eso posiblemente sería lo ideal, y estoy convencido de las buenas intenciones de la coalición, pero es una posibilidad muy remota.
La verdad es que no es posible controlar las injusticias por doquier, y el mundo deberá planificar, basándose en una estricta apreciación de los intereses de una mayoría cuándo, cómo y contra quién actuar. Destruir no es difícil, más sí lo que surge con posterioridad.
La eterna lucha entre el chiísmoy el sunismo suma más leña al conflicto, y consigue que más gente se adhiera a un lado o a otro del extremismo.
El combate en Siria y la capacidad de organización apuntan a que ISIS sigue directrices, financiamiento y asesorías muy especiales que llegan de afuera (incluso de algunos que le han declarado la guerra, típico en el mundo árabe).
ISIS está ganando la guerra por ahora, pues ha impuesto el terror y esa es una sensación muy difícil de despojar en la población civil.
Estos desalmados han conseguido reclutar profesionales importantes en computación, telecomunicaciones, publicidad, medios, y con esas herramientas avanzan cada vez más rápido, mucho más de lo que se escucha. Los mensajes de ISIS están muy bien estructurados, a diferencia de lo conocido anteriormente.
ISIS está logrando el reclutamiento de más y más combatientes, incluyendo europeos y norteamericanos. Ya son como 10.000, y esto lo hacen en las propias narices de los estadounidenses, españoles, británicos, franceses, alemanes, suecos y holandeses, entre otros, quienes no comprenden la “papa caliente” que tienen entre manos; en el mejor de los casos, si regresan a sus países, esos combatientes que han sido educados les han dado trabajo, dinero, pasaportes, seguridad social, y lo más grave es que conocen de internet, de redes sociales, y remotamente hacen su trabajo. Serán un problema latente.
Así vemos cómo grupos de jóvenes se suman físicamente, o se hacen seguidores de los que se fueron porque los miran como héroes, ni hablar de las mujeres que se alistan pensando que van a una especie de Disneylandia y terminan siendo la presa de todo un pelotón de asquerosos sin escrúpulos; mujeres que quedan esclavizadas, sin ninguna posibilidad de regresar a su pasado, a sus hogares, que se han destruido por esa aventura de no retorno.
La toma de Mosul, con ejecuciones masivas muy particularmente de cristianos, y en la que se apoderaron de lo que había en los bancos, de propiedades abandonadas por quienes tuvieron que huir, y los pozos petroleros, dio mucha fuerza al grupo.
La división territorial del Medio Oriente creada después de la Primera Guerra Mundial ha sido eliminada, pues ahora el “califato” busca su posicionamiento en distintos territorios, libre de fronteras, más o menos como si se tratara de la Comunidad Europea o el Mercosur.
No podemos achacar toda la culpa a Assad o al-Maliki; desde mi punto de vista esto es una consecuencia de la miopía mundial.
El caos es tal, que esta gente ya está en la etapa de ahogar a la población con prohibiciones que van desde no fumar hasta prohibir la venta y lectura de libros no autorizados por ellos; fijan el precio de los bienes, se castiga brutalmente a quienes no recen en las horas indicadas. Los capos se autonombran príncipes, jefes y líderes.
Debemos tener en consideración que no se trata de individuos. Son ideas que generan líderes constantemente, creando grupos de mercenarios que van uniéndose sobre la marcha al malo de su preferencia.
Los kurdos y yazidíes son grupos que han sufrido mucho: asesinatos, violación de sus mujeres y venta de ellas como esclavas en los mercados. Estamos en una guerra de doctrinas, de aniquilarse unos a los otros, de quienes no tienen miedo a morir; y por ello este conflicto será de largo plazo.
Grupos de cristianos se mueven al Kurdistán iraquí y los campamentos de refugiados se llenan de miles de personas sin destino claro, hay un éxodo a lo desconocido, pues no existe un plan para enfrentar el problema. Algunos países de América Latina compran problemas, dando refugio a grupos de musulmanes a quienes han recibido con mucha publicidad para obtener algunos votos, pero a la vuelta de la esquina representarán un problema social, pues no se puede insertar de buenas a primeras a un grupo que trae consigo tanto sufrimiento; esto debería ser manejado por entes multinacionales, con una política bien diseñada y en la que se establezca cuáles países están preparados para ello.
El mundo está en un callejón sin salida frente a ISIS. A veces no podemos expresar lo que pensamos pues puede ser mal interpretado, pero creo hay que resolver las causas y no los síntomas de este asunto.
Si los pueblos y las sociedades no consiguen las libertades, si los dirigentes no implantan fórmulas de justicia social, si no se recupera individual y colectivamente la dignidad de esos países árabes, en los que deben crearse incentivos para no emigrar, fuentes de riqueza, trabajo digno, entretenimiento, capacidad de decidir periódicamente y con alternabilidad a sus dirigentes, no habrá solución; seguirá presente el conflicto, se unirá cada vez más gente a los yijadistas y tendrán más presente como meta la “reconquista” de Europa.
Ello podría generar unas cruzadas al estilo moderno. Entendemos que la mayoría musulmana son personas de paz, para quienes la vida es el valor supremo, pero dicen que hay un 20% que no piensa así y son más o menos 300 millones. Pueden hacer mucho daño y el mundo tiene que prestar mucha atención, pues los tenemos más cerca de lo que pensamos.
ISIS es un monstruo imposible de controlar, menos con los sistemas de guerra convencional, pues ellos luchan una verdadera guerra asimétrica y con mucho dinero. Posiblemente debe frenarse a quienes los financian y no hay que ser muy listo para saber quiénes son. Se hace necesario involucrar a miles de personas para contrarrestar el crecimiento de estos grupos.
La tarea es compleja pero empieza por los musulmanes, por esa mayoría que manifiesta públicamente que el Islam no es lo que se ve en ISIS, y entonces deben dar claros mensajes públicos, constantes, en sus centros de estudios, sobre la tolerancia, la paz y el amor que se aprecia del Corán (yo pienso que es así, pues tengo buenos amigos musulmanes) y no las interpretaciones que unos pocos hacen.
Esa mayoría debe identificar a los otros y luchar por modificar sus ideas, o presentarlos a la justicia, porque de lo contrario su maldad repercutirá directamente sobre ellos, en la forma de un sentimiento "islamofóbico" sin precedentes. El mundo debe contemplar presupuestos, organizarse e involucrar a la mayoría.
Termino pensando en voz alta: ¿Cuánto durará este conflicto, qué capacidad de propagación tendrá, cuál será el grado de conciencia de los que dirigen la humanidad, cuántos están dispuestos a involucrarse? Se está haciendo un daño irreversible al Islam y a su imagen; si como dicen sus voceros eso no es lo que el Islam predica, entonces: ¿Hasta dónde llegará el sacrificio de los musulmanes de buena voluntad? No hay una tarea mayor en este momento que buscar la solución a esta epidemia extremista, el más grave de los problemas que atraviesa la humanidad y en el que su futuro podría estar comprometido.