Por Beatriz W. De Rittigstein
Hace pocos días se cumplieron 76 años de Kristallnacht, pogrom que marcó el inicio de la "solución final", proyecto de exterminio masivo dirigido contra los judíos y llevado a cabo por el Tercer Reich, el cual resultó en la hecatombe de gran parte de las comunidades judías de Europa y en el aniquilamiento de la tercera parte del pueblo judío. Desde las primeras horas nocturnas del 9 y durante el 10 de noviembre de 1938, una ola de violencia antisemita irrumpió por todo el territorio alemán; coordinadamente, en cada ciudad y aldea del país, ocurrieron hechos devastadores teniendo como objetivo a la población judía.
El régimen de Hitler azuzó a sus turbas vandálicas con la excusa del asesinato de Ernest von Rath, funcionario de la embajada alemana en París, por Herschel Grynszpan, un joven nacido en Hanover, en el seno de una humilde familia judía proveniente de Polonia. Grynszpan actuó al recibir la noticia de la deportación de sus padres hacia la zona fronteriza de Zbaszyn, con el pretexto de un desacuerdo entre el gobierno polaco y el Reich.
Fue la chispa que usaron los nazis. En aquella trágica "Noche de los Cristales Rotos", las pandillas nazis asaltaron casas, negocios, sinagogas y sedes comunitarias, incendiándolas y destruyéndolas; mataron a cerca de cien judíos y unos 30 mil fueron llevados a campos de concentración. Se promulgaron leyes en las que se excluyeron a los judíos de la economía, las ciencias, las artes y les confiscaron sus bienes.
El Holocausto demuestra que utilizar a algún sector de chivo expiatorio, culpándolo de una serie de males que se originan en diversas causas, puede derivar en una grave descomposición social y terribles acontecimientos para una nación. Precisamente, como venezolanos llamamos la atención de un fenómeno casi inexistente con anterioridad, pero que, desde hace unos 15 años notamos su incremento, el antisemitismo. Por ejemplo, en el centro de Caracas, a la vista de las autoridades, vemos la venta de calumniosos panfletos como Los Protocolos de los Sabios de Sión o Mi Lucha de Hitler; y últimamente, hasta franelas populares con la imagen de la graciosa gata "Hello Kitty" convertida en una grotesca imitación de Hitler, bajo una esvástica. Esos detalles van alterando el sentir generoso de una sociedad.