El paradigma sobre Israel en el mundo árabe cambió

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Por Evelyn Gordon
La sesión inaugural del debate estratégico de Abu Dhabi contó con la presencia de estudiosos procedentes de todo el mundo, que participaron en dos días de discusiones sobre una gran cantidad de temas.
Hisham Melhem, jefe de la oficina de Washington de Al Arabiya News, posteriormente publicó un extenso resumen de lo sucedido en el sitio web de Al Arabiya, y al leerlo, me llamó la atención la ausencia de ciertos temas que uno podría esperar de este tipo de encuentros. Egipto, Irán, el petróleo, ISIS, Turquía, Rusia, EEUU, y el extremismo islámico estaban todos allí. Pero en sus 1700 palabras, los palestinos no fueron mencionados ni una vez, mientras que Israel apareció solo en el último párrafo, que merece ser leído en su totalidad: “Por último, fue fascinante asistir a una conferencia de dos días sobre el Medio Oriente en tiempos de agitación, en la que Israel fue mayormente ignorado, con la única crítica frontal de sus políticas dicha por un diplomático estadounidense”.
Esto explica muchas cosas acerca de la actual disputa entre Estados Unidos e Israel. El presidente Barack Obama asumió el cargo con la firme creencia de que la mejor manera de mejorar las relaciones de Estados Unidos con el mundo musulmán era crear una imagen de severidad entre EEUU e Israel, y durante seis años, él y su equipo han trabajado diligentemente para hacer exactamente eso.
Tampoco fue esta una idea inherentemente irracional: incluso hace una década, las capitales árabes se podrían haber alegrado por la vista de funcionarios de Estados Unidos lanzando insultos pueriles a sus homólogos israelíes.
El problema es que el mundo árabe ha cambiado mucho en los últimos años, mientras que la administración Obama —como la mayor parte de Europa— se quedó estancada en su viejo paradigma. Por supuesto, a los árabes todavía no les gusta Israel, pero han descubierto que el tema de Israel y los palestinos está muy abajo en su lista de preo­cupaciones urgentes. El colapso de Estados enteros que antes eran componentes esenciales para el mundo árabe, como Siria, Irak y Libia; el temor de que otros Estados vitales como Egipto y Jordania podrían seguir su ejemplo; el auge de los movimientos extremistas islámicos que amenazan a todos los Estados árabes existentes; la desestabilización producida por la inundación de millones de refugiados; el temor por la desconexión de EEUU de la región; la “difícil situación de vivir en las sombras lo que ven como un Irán beligerante y una Turquía asertiva” (citando a Melhem); todas ellas son, de lejos, las preo­cu­paciones más urgentes.
Y no solo ha caído Israel fuera de la lista de problemas urgentes, sino que ha llegado a ser visto como capaz de contribuir, aunque sea modestamente, a tratar con algunos de los nuevos problemas acuciantes. El mes pasado, Robert Satloff del Instituto de Washington publicó sus impresiones de una gira por el Medio Oriente, incluyendo la profundización de las relaciones estratégicas de Israel con Egipto y Jordania. “De hecho, uno de los momentos más insólitos de mi viaje fue escuchar a ciertos funcionarios de seguridad árabe que compiten efectivamente entre sí por quién tiene la mejor relación con Israel”, escribió. “A este respecto, los tiempos ciertamente han cambiado”.
De hecho, en este nuevo Medio Oriente, una disputa entre Estados Unidos e Israel probablemente genera más preocupación que alegría en las capitales árabes.
Alguna vez fue un dogma de fe árabe que Estados Unidos se preocupaba poco por ellos, pero sí en gran medida por Israel. Así pues, si las preocupaciones árabes e israelíes se superponen, como lo hacen ahora en temas que van desde Irán hasta ISIS, EEUU podría hacer frente a la amenaza. Ahora, al gobierno de Obama aún parecen importarle poco las preocupaciones árabes; parece empeñado en lograr un gran acuerdo con Irán y retirarse del Medio Oriente. Pero la vieja preo­cu­pación árabe por la influencia de Israel en Washington ha disminuido.
Sin embargo, todos estos vientos cambiantes parecen haber soplado por sorpresa a la administración Obama: todavía actúa como si la posición de Estados Unidos en el mundo musulmán dependiese de demostrar que “también” odia a Israel. Y así se llega a la farsa de una conferencia de dos días en Abu Dhabi, donde “la única crítica frontal” de las políticas de Israel fue “entregada por un diplomático estadounidense”. Cuando se trata de Israel, el mundo árabe ha seguido adelante. Pero el gobierno de Obama sigue estancado en el siglo pasado.
Fuente: Aurora / Versión Nuevo Mundo Israelita

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