Por Aquiba Benarroch L.
Por enésima vez emerge un político, o al menos un cuasi político, en la persona de Federica Mogherini, la nueva ministra de Asuntos Exteriores de la Unión Europea. En sus primeras declaraciones ya nos adelanta su fracaso en su posible intervención en el problema de Oriente Medio.
Su preocupación principal es la creación de un Estado palestino independiente. Se diría que el nuevo gobierno de la UE pidió consejo a Abbas o a Hamás. O a los dos. Los artículos que se publican sobre la nueva ministra dicen que ha hecho un doctorado con una tesis sobre el Islam y las políticas de los países árabes. Sería interesante leerla, pues nos adelanta los focos de interés de la nueva ministra. Si su primera preocupación es empezar por la creación de un Estado palestino, está ya colocando el primer gran obstáculo en unas supuestas negociaciones con el gobierno de Israel. Para mí sería una sorpresa que Netanyahu, o incluso un gobierno más a la izquierda, aceptara como condición instaurar un Estado palestino como primer punto de la agenda. Es muy probable que ni siquiera llegarían a sentarse en las sillas de las negociaciones ante esta perspectiva. Al menos que pretendiera que ese Estado palestino se instale manu militari con las fuerzas de la OTAN, aunque esto ya se trata de ciencia ficción.
Es conocido que las negociaciones con los palestinos fracasan y fracasarán si no se cumplen dos condiciones indispensables: la aceptación por parte de los palestinos del Estado de Israel, y el cese inmediato de los actos terroristas y ataques contra el pueblo de Israel. Todo lo demás es secundario. Y supongo que la ministra debería conocer un poco lo que Hamás y Abbas piensan a propósito de esto.
Lo que más me preocupa, aparte de la ineptitud de la nueva ministra, son sus prejuicios. Estar convencida de que la creación del Estado palestino resolverá el conflicto forma parte de los prejuicios de la ministra. No habla sobre cuál será la suerte de los millones de israelíes, ni muestra el más mínimo interés por su seguridad o su vida. Parece bien evidente que sus conocimientos sobre la historia de los judíos es muy precario, y me refiero tanto a la historia reciente como a la más antigua. No importarle la vida y la suerte de los millones de judíos que viven en Israel se llama antisemitismo. Y ese es un prejuicio que puede haber permanecido oculto en la mente de la ministra italiana.
Poco tenemos que agradecer los judíos a los países europeos. Fueron cómplices activos y pasivos de la Shoá, y actualmente no muestran un entusiasmo excesivo por luchar contra el antisemitismo islamista que infesta al mundo entero; incluso un día explotará el gran dilema en todos los países europeos.
¡Qué difícil es aceptar la realidad, cuando en lo más recóndito de nuestras mentes permanecen escondidos los prejuicios antijudíos o algo parecido! Pero lo que la ministra no ha comprendido es que Israel y los judíos no vamos a consentir nuestra desaparición. El intento fracasó muchas veces, y esta pobre chica enviada a discutir sobre un asunto que ni comprende ni le interesa, también fracasará. Por favor, márchese, estudie y madure, antes de hacer el gran ridículo.
Fuente: Nuevo Mundo Israelita