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A horas del brutal atentado en París contra la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo, y de las sanas reacciones de solidaridad internacional, muchas de ellas acompañadas por claros pedidos de separar islamismo y fanatismo terrorista, surge también la inquietud acerca de cómo se desenvolverán los acontecimientos en el mediano plazo, una vez finalizado el duelo inmediato, en una Europa atravesada por una crisis económica profunda y el auge de movimientos racistas y populistas en paralelo al crecimiento del islamismo fundamentalista y el antisemitismo.
Como una maldición y de la mano del bestial asesinato de ayer contra la redacción de Charlie Hebdo, la prensa alemana publica hoy el resultado de un estudio realizado por la Fundación Bertelsmann, una organización científica y educativa, ligada al homónimo grupo editorial.
Según esta investigación,  los musulmanes que viven en Alemania se orientan principalmente hacia principios y formas de vida “consonantes con la escala de valores predominantes en la sociedad alemana”. No obstante ello, la mayoría de la población alemana no lo percibe o no lo quiere percibir porque el prejuicio se alimenta de fantasías y resentimientos.
Por el contrario, la encuesta realizada en el marco de este proyecto señala un aumento del rechazo hacia la población musulmana por parte de la ciudadanía alemana, en particular contra inmigrantes turcos, quienes se sienten progresivamente discriminados y aislados.
En particular, 57% de la población alemana ve al Islam como una amenaza, frente a 53% de hace dos años. 61% de los encuestados dice que el Islam no se corresponde con el mundo occidental, frente a 52% de hace dos años. Asimismo, 40% de la muestra asegura sentirse “extraña en esta sociedad debido a la presencia de musulmanes”. Por último 24% aboga por una prohibición de inmigrantes de esa religión.
En las últimas semanas, Alemania se vio teñida por un debate  muy intenso en torno al surgimiento de un movimiento “contra la islamización” que en Dresde, su ciudad de origen y de mayor éxito, se llama PEGIDA. Este grupo y sus filiales mucho menores en otras ciudades está compuesto por ciudadanos temerosos con ideas difusas de contenido altamente racista y manipulados por individuos de la ultraderecha tradicional. No obstante, la sociedad civil está reaccionando y surgen grupos que manifiestan de diverso modo a favor de una sociedad abierta, contra el racismo y a favor de conceder asilo a los refugiados que huyen de persecuciones y matanzas.
En Francia, como sabemos, la polarización es mucho mayor y el conflicto mucho más complejo. Este país cuenta con una ultraderecha fortísima con posibilidades, incluso, de acceder al gobierno, un cuadro económico-social deteriorado y una población musulmana frustrada y discriminada,  sumamente permeable a los grupos islamistas que aparentan ser una opción para canalizar ese estado anímico y social.
No olvidar, además, un antisemitismo cotidiano e instalado, con atentados que se vienen sucediendo de hace varios años y autoridades que en forma negligente se niegan a ver un problema que se les escapa claramente de las manos.
Somos todos franceses y un fantasma recorre Europa
El tenor general del día en la prensa europea y en particular, la alemana, es “somos todos franceses”. Los enemigos de la libertad celebran su “Schadenfreude” (expresión alemana que significa alegrase por el mal ajeno), pero la sociedad civil, las iglesias, los políticos tuvieron ayer claras palabras. Se manifestaron en Berlín, en Londres, los periodistas italianos marchan hoy hacia la Embajada francesa. Hay una ola de indignación y solidaridad.
En particular, reconforta escuchar de gente con influencia mediática que destaca la importancia de separar islamismo y fanatismo terrorista de la religión musulmana y de sus seguidores, gente normal y corriente que vive y trabaja como Juan y Pedro.
Todos insisten en defender la libertad y no dejarse amedrentar por el terror. Una representante de la revista humorística y satírica alemana Titanic, que se publica en Fráncfort, declaró hoy  que ahora, después del crimen,  se debía “satirizar más que nunca”. Esta ciudad, que alberga incluso un museo de la caricatura con muchos autores que pasaron por Titanic y su antecesora Pardon, no ha entrado en pánico.
Sin embargo, como contracara de la paranoia contra el Islam de los partidarios de PEGIDA, por momentos se observa en Alemania también una conducta un tanto temeraria, una especie de  negligente autoconvencimiento de que “en Alemania no puede suceder nada”. Entre estos dos momentos se presenta la incógnita de cómo se deberá actuar en circunstancias tan difíciles.
En efecto, en las próximas semanas, después del primer duelo, se verá en qué medida este atentado ha impactado en las sociedades de Europa, atravesadas por una crisis económica profunda, por la desocupación, por el auge de movimientos racistas y populistas y, ojo, no olvidar, por un crecimiento del islamismo que amenaza con generar un brote de amnesia democrática cuyos virus nunca dejó de incubarse en el ADN de Europa.
Fuente: Nueva Sión

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