Por José Danor
Conocimos por primera vez los nombres Gabriel Strugo y David Eblagón cuando Aurora publicó que darían una conferencia en el Ateneo Sionista Liberal acerca de los bosques israelíes en general y el incendio del monte Carmel en particular. Los dos son expertos, trabajan en el Keren Kayemet Leisrael y en consecuencia están facultados para dar a conocer un panorama de lo que sucede con las áreas forestadas en Israel.
En su oficina ubicada, como no podía ser otra manera, en una zona de bosques. El ingeniero forestal Gabriel Strugo recibió al representante de Aurora para un diálogo que según estimamos en principio duraría una hora o menos y se extendió por casi medio día.
Es que para este especialista, oriundo de Chaco, Argentina, los árboles, como escuchamos a lo largo de la conversación, son mucho más que una profesión, acaso seres vivos a los que debemos tratar con cariño para que cumplan una función tan significativa en el resguardo del equilibrio ecológico global, un tema del que tanto se habla en el mundo y por el que tan poco se hace.
Gabriel Strugo relata que llegó al país en 1996 con su esposa y dos hijos. En la Universidad Nacional de Formosa se recibió de Ingeniero Forestal y trabajó en el área hasta que decidió hacer aliá. Pocos días después del arribo se presentó en las oficinas de su futuro empleador y no pasó mucho tiempo hasta que fue aceptado. Cumple la función de Ingeniero Forestal de la zona Centro Costera de KKL.
El tema de la conferencia que ofrecieron en Tel Aviv fue “Antes, durante y después del incendio del Carmel.” Aunque la región está fuera de su jurisdicción, Strugo hace un paralelo con el sinistro ocurrido en el bosque Jaruvit, del cual es responsable. Fue en junio de 2010, controlarlo llevó apenas diez horas y aún así el daño fue enorme.
No habían pasado más que unas horas desde el momento en que, con la colaboración de aviones y dotaciones extranjeras, pudo controlarse el incendio del Carmel y ya se iniciaron las discusiones acerca de cómo rehabilitar el bosque.
El Ing. Strugo aplica un programa de trabajo que da resultados positivos: “Primero se limpia y retira lo que está quemado y las plantas que en forma evidente, no podrán recuperarse por medio de un proceso natural. Se espera un período de alrededor de dos años para observar la reacción en el terreno. Recién después es posible decidir si se aguarda la recuperación del bosque de por sí o si es necesario realizar nuevas plantaciones. Existe, asimismo, la fórmula de combinar las dos vías. La tarea de ayudar al bosque a que se recupere es muy valiosa y es fundamental tomar en cuenta que cuesta mucho dinero.”
La polémica con la Autoridad de Parques Nacionales está abierta. Para ella, no debe intervenir la mano del hombre y solamente hay que aguardar la recuperación de la foresta por si misma.
Es común pensar que el dinero que recibe el Fondo se dedica solamente a la plantación de árboles. El especialista destaca que ello no es así: la conservación del bosque, la limpieza de ramas secas, la aplicación de planes correctos para prevenir incendios demandan mucho dinero y en esto es muy valiosa la contribución de donantes de todo el mundo.
Más allá del tema del o los incendios está el trabajo de rutina. El Ing Strugo se refiere a que la región del centro del país comprende unos 110.000 dúnames netos de bosques. Cada año está programada la plantación de 500 a 1.000 dúnames de nuevos bosques ya sea en reemplazo de áreas quemadas, por aprovechamiento de terrenos que no son aptos para la agricultura o porque se piensa en crear un “pulmón verde” alrededor de poblaciones que no lo tienen.
Como consecuencia de la tragedia del Carmel, comenzó a aplicarse, señala, un programa de establecer “zonas estériles” o sea una franja libre de árboles alrededor de poblaciones para evitar que el incendio, en caso de estallar, se propague a las viviendas como sucedió en el Carmel. Además de requerir una gran inversión, esta iniciativa no es aceptada por la gente que “quiere vivir dentro del bosque” sin evaluar correctamente los peligros que eso representa.
En general, detalla, una parte destacada del presupuesto de la región que está bajo su dirección lleva como destino la prevención de incendios. Lo mismo acontece en el resto de las zonas. En el período que va de abril a noviembre, durante las horas de luz natural, guardias están apostados en tres torres de vigilancia que cubren la región y envían un alerta ante la mínima señal de humo.
Son los guardabosques y los carros de bomberos de KKL los primeros en llegar al foco de fuego que, cuando recién se inicia, puede sofocarse rápidamente.
La segunda parte de la visita consistió en una recorrida por diversas zonas. En unas se prepara la tierra para recibir nuevos retoños; otra, que sufrió el incendio, la mencionada Jaruvit, viene siendo objeto de tareas de limpieza (en parte financiada por la venta de los troncos y ramas incendiados que sirven para leña) y existen algunas que, como consecuencia de la sequía de los últimos años, son atacadas por plagas y cuyo tratamiento requiere la extracción de ramas y árboles.
Muchas veces escuchamos acerca de profesiones que requieren no solamente conocimientos sino una completa dedicación y cariño. A lo largo del recorrido es evidente que para este verdadero “médico de árboles” los estudios y la carrera ya quedaron en segundo plano. En el primero está el amor por la naturaleza y, principalmente, por los árboles.
Fuente: Aurora Digital