Por Rabino Iona Blickstein
Estimados Hermanos y hermanas:
En el día más sagrado para el pueblo judío debemos realizar un profundo análisis de nuestra situación espiritual.
Permítanme relatarles lo que sucedió no hace mucho tiempo. Había un judío muy endeudado, había pedido mucho más de lo que sus posibilidades le permitían devolver. Cuando llegó el momento de pagar se vio en apuros. Volvió a pedir prestado para pagar. La soga de las deudas fue enroscándose alrededor de su cuello y él no sabia que hacer.
En un momento crítico acudió a amigos y conocidos que le prestaron una suma mayor y volvió a pagar. Pero también llegó el plazo de pagarles a ellos y volvió a estar en apuros. Los buenos amigos se convirtieron en ajenos y reclamaron toda la deuda de una vez.
Todo el mundo cayó sobre él pensó que su corazón no podría seguir soportando. En el momento más crítico apareció para él un rayo de esperanza. Un viejo y un buen amigo del cual ya casi se había olvidado surgió de improviso y le pidió un balance de todas sus deudas, expresándole su disposición para ayudarlo. El deudor reunió todos los papeles y se sentó a la mesa con su amigo y calculó hasta que apareció el monto de la deuda 10.000$.
El amigo afirmó: Escucha querido, de acuerdo a lo que veo puedes vivir holgadamente, conforme a tus rentas. ¿Qué es lo que pasa? Te has enredado tanto con tus deudas e intereses que ellos amenazan toda tu existencia.
Por lo tanto, te doy un cheque por 10.000$ con tres condiciones: Que pagues todas tus deudas. Que no vuelvas a endeudarte, porque puedes arreglarte con tus entradas. Si llegas a pedir prestado por menos que sea ¡Paga de inmediato! ¡No esperes!
El deudor no encontró palabras para agradecerle y le dijo con voz ahogada por las lágrimas; me salvaste de la vergüenza y la desgracia, no eres una persona sino un ángel.
!Lo mismo queridos hermanos sucede con nosotros!
Estamos endeudados hasta el cuello, es mucho lo que debemos en concepto de Torá y buenas acciones y nos encontramos en una situación difícil, como pagar tantas deudas difíciles, como deshacernos de ellas. Tenemos un buen amigo, D-s el Todopoderoso el golpea a nuestra puerta y nos ofrece un cheque para pagar todas las deudas.
Este cheque es sagrado, Iom Kipur, día del perdón, en el cuál se perdonan todos los pecados. Solo un tonto no se apresuraría a tomar un regalo así y aprovecharlo, Iom Kipur, aparte de saldar las deudas pasadas también da la posibilidad de conducirse decentemente en el futuro. Hasta ahora las deudas – pecados – nos oprimían el corazón, pero D-s nos sacó del pantano, y desde este momento nos podremos conducir como es debido, pagaremos las deudas, y no volveremos a ir por los malos caminos, y nos arrepentiremos desde lo más profundo del corazón de todos los pecados y éste gran amigo, el día del perdón nos dice: ¡Ajusta tus cuentas con la confesión! Al Jet – liquida todas tus deudas, y en lo sucesivo nos previene; no vuelvas a convertirte en deudor.
Y si alguna vez ocurriese un fracaso, y volvieras a convertirte en deudor, paga en el acto, no esperes, no juntes nuevas deudas, un pecado arrastra a otros, – nos dice el día de Kipur – ¡Arrepiéntete directamente y que el pecado desaparezca de inmediato.
Ahora, amigos es la oportunidad.