Por David Bittan Obadía
El reciente atentado en el Aeropuerto de Ataturk de Estambul, que deja 41 personas fallecidas y 239 heridas, debe de ser analizado, en relación a las consecuencias que ello pueda desatar y en atención al momento social, que vive Turquía, y sus acuerdos geopolíticos recientes.
Recordemos que Moscú y Ankara, tratan de retornar a la normalidad en sus relaciones bilaterales y el combate en contra del terrorismo fundamentalista del que ambos países han sido victimas pudiera ser un noble motivo y justa causa para montar una ofensiva importante y dañar la capacidad operativa de Isis y sus franquicias, así mismo y para adornar el escenario también Turquía esta en franco coqueteo con Israel, para reencontrarse y reconectar esa buena relación que desde siempre existió, pues son dos pueblos con pasado común y sobre todo Turquía disfruta de una herencia importantísima como parte de la estela dejada hasta tiempos recientes de los hebreos que allí vivieron, Israel pudiera colaborar con ese proyecto, de eso ellos saben bastante.
Las declaraciones recientes con motivo de este atentado de los presidentes de las potencias, son ya “saludos de bandera” y están pasando de modas, ahora hay que actuar y si no en el campo militar, si con mayor contundencia para derrotar las finanzas de los terroristas, y mas aun, desenmascarar a los que los patrocinan, aquellos países que nadie menciona directamente con nombres y apellidos pero que todos saben quienes son, esos que piensan que por pagar la “ prote”, no les caerá el virus, que equivocado están, de hecho, mas de un atentado, recientemente se les paseo por sus narices, esos son los que los mantienen equipados a la “ultima moda” a los terroristas.
Este evento llega en momentos sagrados para los Musulmanes, destacando que de los 41 fallecidos, 40 profesan ésa fe, lo que ratifica que definitivamente la maldad es en contra de ellos mismos: Que dura la vida para los que quedaron enlutados, para esa pobre gente que se pasará la vida entre la tristeza del recuerdo y el dolor de la ausencia, y lo peor aún es que la lucha no es por tierras o riquezas, ni por poder, es simplemente por dañar, y justificarse con un D- OS que no quiere eso.
Es de las victimas y sus familiares , y de los tantos que no están de acuerdo con el terror de donde deben de salir la soluciones para decir basta y hasta aquí, y en ese momento cuando se decidan a colaborar y a identificar a los que se han radicalizado, o están en proceso, es donde nacerán tiempos mejores, a pesar que en este caso particular y ojalá “Estambul pudiera ser el detonante, para una gran ofensiva”.