Por Carlos Tapiero
Queridos amigos: La Fiesta de Sucot es también Jag HaAsif, la Fiesta de la Cosecha, señalando el carácter agrícola de estas fechas – el final del verano israelí, con su consecuente última gran cosecha y el descanso que ella significaba para nuestro pueblo, otrora agricultores en su mayoría -.
Una de las expresiones simbólicas de este componente agrícola de Sucot radica en el uso ritual (en la sinagoga y en la Sucá) de Arbaat HaMinim, las Cuatro Especies vegetales (2) , según la orden de la Torá – desarrollada en la Mishná -: el etrog (la cidra, un tipo de cítrico parecido al limón); el lulav (una rama joven, aún cerrada, de palma); tres hadasim (ramas de mirto) y dos aravot (ramas de sauces de arroyos). Estas especies son atadas por medio de hojas de palmas, y, durante el rezo matutino de Sucot, son puestas a "vibrar" como una sola unidad hacia los cuatro rincones de la tierra, y hacia arriba y abajo – hacia el Universo todo, la Creación divina -.
Nuestros Sabios establecen varias explicaciones alegóricas sobre el significado de las Cuatro Especies. Una de las más hermosas y conocidas aparece en el Midrash (2) , que relaciona al buen sabor con erudición judaica, y al buen aroma con la realización de buenas acciones, y explica:
"Tal como el etrog tiene un buen sabor y una agradable fragancia, así también entre los judíos existen hombres estudiosos de la Torá y que practican buenas acciones; tal como el fruto de la palma (el dátil) tiene buen sabor pero carece de aroma, así existen hombres que han estudiado pero que no aplican lo aprendido correctamente; tal como el mirto tiene un agradable aroma pero es insulso, así existen hombres de buenas acciones que no poseen instrucción; tal como el sauce no es comestible ni tampoco tiene una fragancia, así son los hombres que no tienen una formación ni realizan buenas acciones".
Estas cuatro especies, entonces, simbolizan los cuatro arquetipos que conforman una nación, y en particular, a nuestra Nación. Al unir y hacer vibrar juntas a las cuatro especies en el marco de la plegaria, enfatizamos frente a Dios y en la compañía de nuestra Comunidad que las virtudes de confraternidad, unidad y cooperación nacionales y comunitarias deben ser nuestra meta colectiva, incluyendo a todos y a cada uno de los miembros de nuestro pueblo, aún cuando su comportamiento y sus compromisos no sean los más deseables. El mensaje es doble, y poderoso: por un lado, afirmamos que de este barco, del barco del pueblo judío, nadie será abandonado – todos compartimos el mismo destino, debiendo asegurar la inter-responsabilidad que nos vincula -; por el otro, testificamos que nuestra fortaleza como pueblo está precisamente en la unión solidaria de nuestras partes, compartiendo las virtudes y los logros de unos con las dificultades y tropiezos de los menos agraciados. No podemos – no debemos – "vibrar" frente a Dios y en el marco de nuestra nación con sólo una, dos o incluso tres de las especies: todas juntas componen a ese ser uno, variado, diverso, humano en sus avances y caídas, que hacen de nuestra nación un pueblo normal – hoy más que nunca, con el Estado de Israel como laboratorio de nuestro ser nacional -, y extraordinario, con las metas siempre elevadas que conducen nuestro camino nacional.
Quiera Dios que las cuatro especies de Sucot sepan refrescar en nosotros el espíritu de solidaridad, unión y confraternidad comunitarias y nacionales.
Que este Jag HaAsif, esta Fiesta de la última cosecha del verano, les haga cosechar "frutos" de incontables alegrías, gozo y esperanza.
Con nuestros mejores deseos, ¡Jag Sucot Saméaj!