La resolución 1701, de implementarse tal cual está escrita, realmente puede ser vista como el comienzo de una nueva era, conducente quizás a una mayor estabilidad.
La necesidad de que efectivamente suceda la subrayó el enfrentamiento de 34 días entre el grupo radical islámico Hezbolá e Israel, que cobró cientos de vidas y sólo cesó al acordarse una tregua que, en su mejor momento, es frágil.
La gran pregunta que se plantea en Israel es en qué medida realmente será cumplido el texto tal cual fue redactado y si acaso la 1701 correrá el mismo destino que la resolución 1559 de mayo de 2004.
Ésta también hablaba de la imposición de la autoridad del ejército de Líbano en todo el territorio nacional y del desarme de Hezbolá, pero jamás fue cumplida.
Desconfianza
En Israel, si bien se abriga la esperanza de que con el nuevo mandato de los cascos azules de la Fuerza Interina de las Naciones Unidas en Líbano (FINUL) y el fortalecimiento en tropas de la misma, cambie la situación, es posible decir que el tema se toma con suma cautela.
Las relaciones entre Israel y las Naciones Unidas son desde hace mucho, sumamente problemáticas.
Aunque mucho ha cambiado desde que el fundador y primer premier israelí, David Ben Gurion, diera a entender que la ONU no vale nada, Israel ve a Naciones Unidas con gran recelo y desconfianza.
«Es una organización importante y es bueno que seamos miembros, porque es, entre otras cosas, una tribuna crucial, pero no ha sido nunca una organización que simpatice con Israel», le dijo a BBC Mundo Yehuda Blum, catedrático de Derecho Internacional en la Universidad Hebrea de Jerusalén y quien fuera embajador de Israel ante la ONU de 1978 a 1984.
Votos
«Tenemos motivos para sentir desconfianza, sin duda», señaló Blum, contando sobre la mayoría automática que durante mucho tiempo reinó en la ONU, compuesta por el bloque árabe y musulmán, que durante años se vio reforzado por el entonces bloque soviético y otros países que no tenían relaciones diplomáticas con Israel.
La ONU nos condena a diestra y siniestra, acusándonos de terribles crímenes, y no tiene siquiera en su agenda tratar la muerte de millones de personas en otras partes del mundo, de la tragedia en Darfur, Sudán, por ejemplo», añadió.
Recordando resoluciones adoptadas durante su período en el organismo internacional, contó que el bloque árabe lograba reclutar los votos de países africanos y asiáticos, prometiéndoles apoyo en su lucha contra Sudáfrica.
«Y nos condenaban a nosotros por comerciar con Sudáfrica, mientras Francia tenía muchos más negocios que Israel con Pretoria, también Rusia los tenía, pero sólo de nosotros hablaban», dijo.
Otro secuestro
En opinión de la también catedrática de Derecho Internacional en la Universidad Hebrea de Jerusalén, Ruth Lapidot, «la ONU ha tenido actitudes nada constructivas para la confianza necesaria de nuestra parte», dando como ejemplo el caso del secuestro de tres soldados israelíes por parte de Hezbolá, en 2000.
«Tropas de la ONU filmaron el secuestro y luego, cuando nos enteramos de que existía ese video, el secretario general rehusó permitirnos verlo, lo cual fue sumamente grave».
Lapidot, quien este año fue galardonada con el Premio Israel por su labor en investigación jurídica, le dijo a BBC Mundo que «la FINUL permitió que los terroristas pasaran por sus líneas y entraran a Israel» y, además, «si capturaban a algún terrorista, le sacaban el arma, al día siguiente lo devolvían a Líbano y un día después también devolvían su arma».
Lapidot también aseguró que en 1967, «cuando el presidente Nasser de Egipto quería lanzar una guerra contra Israel, pero había una fuerza de la ONU emplazada en la península del Sinaí, simplemente le dijo a la UNEF I (Primera Fuerza de Emergencia de Naciones Unidas, por sus siglas en inglés) que se fuera y la UNEF se fue».
«Esa actitud no fue seria», resumió.
«Tierra enemiga»
El profesor Yehuda Blum dice que en sus tiempos en la ONU «la Secretaría y varios de sus departamentos eran abiertamente hostiles a Israel» y sostiene que él solía llamar a la organización «tierra enemiga».
«Hoy soy muy escéptico», señala, «y cuando el secretario general Kofi Annan termine sus funciones el 31 de diciembre, no estaré de duelo».
Lapidot por su parte, plantea que «hay informaciones según las cuales la FINUL tenía un puesto de observación en la frontera entre Israel y Líbano, de allí pasaba informes a Nueva York y de allí estos informes llegaban a los terroristas en Líbano».
Sin embargo, no pierde la esperanza de que «ahora, con una composición diferente, quizás las cosas cambien para bien».