Europa y América Latina han acumulado en los últimos 12 meses un alarmante registro de ataques contra judíos. Los estadios de fútbol, los cementerios, las universidades y las sinagogas fueron los principales escenarios de la violencia.
Los grupos neonazis de la ultraderecha van en aumento, y ya influyen en las elecciones nacionales. ¿Qué rol ha jugado la izquierda? ¿Cómo combatir el flagelo? Recién en mayo el informe anual de la DAIA confirmó lo que ya todos sabíamos: El año 2005 había sido testigo del doble de actos antisemitas que 2004, y para peor, ya a nadie le cabían dudas que la cosa iba en aumento.
El año 2006 había comenzado con una noticia sorprendente por su dramatismo. A pocos días de comenzado el año, un joven moscovita de 20 años entró con una navaja en una sinagoga de Moscú e hirió a ocho personas, incluidos tres extranjeros que asistían al servicio religioso. En su casa se hallaron cartuchos, libros anti-judíos y mapas.
Se avecinaba el mundial. El mayor evento deportivo del planeta. Miles de millones de personas estarían frente al televisor al menos 8 horas diarias, siguiendo de cerca cada detalle del evento.
Mientras tanto, Polonia, Francia, España e Italia reportaban entre otros noticias de ataques a rabinos, pintadas de cruces esvásticas, incidentes en cuanto estadio jugara un futbolista negro, o un equipo relacionado con la comunidad judía. Y no solo las hinchadas, incluso algunos goleadores celebraban sus hazañas saludando con el brazo en alto a la afición.
En Latinoamérica el fenómeno del antisemitismo en el fútbol se hizo presente al menos en Argentina y Chile.