Las reiteradas denuncias acerca de la perversa metodología de Hezbollah de utilizar como escudos humanos a civiles en el Líbano, en la guerra que sostuvo con Israel en 2006, al montar una vasta estructura militar en áreas populosas, quedaron fidedignamente corroboradas por la inusual revelación del IDF (Israel Defense Force) a la prensa de la ubicación precisa de los escondites y refugios del grupo terrorista chiíta armado y financiado por Irán, en el sur del País de los Cedros.
Un oficial del Comando Norte israelí exhibió a la agencia de noticias Associated Press fotos de puestos de avanzada del Hezbollah ocultos en zonas civiles, lo que constituye una flagrante violación de la Convención de Ginebra para la Protección de Víctimas de Conflictos Armados, cuyo protocolo estipula que no se pueden utilizar a civiles como escudos en contiendas militares. Otras pruebas aportadas por el ejército israelí, destacan que muchos almacenes de armas se encuentran en casas de civiles. Al respecto, las displicentes tropas de Naciones Unidas encargadas de patrullar la zona, alegan que no pueden confirmar ni negar la veracidad de las acusaciones, en virtud que están inhibidas de hurgar en propiedades privadas. Un hecho que patentiza el grado de crueldad y desprecio por la vida humana, que caracteriza al Hezbollah, cuyo significado en árabe es paradójicamente “Partido de Dios” es que uno de los depósitos de armamentos descubiertos, está en un hogar para niños con discapacidad mental ubicado en el pueblo de Aita al Shaah, al sur del Líbano. La elección de éste último lugar, retrotrae por su semejanza a la denominada por los medios de comunicación “masacre” de Qana, donde Israel fue acusada en la Segunda Guerra del Líbano en 2006, de causar “deliberadamente” bajas civiles por organizaciones como Human Right Watch y algunos gobiernos pseudo progresistas como el de Rodríguez Zapatero, que vil y convenientemente, omitieron señalar que el Hezbollah había emplazado sus cohetes en la azotea de un edificio de Qana en el que residían también niños discapacitados usados como escudos humanos, con la diabólica intención de atraer las bombas israelíes hacia ese lugar y posteriormente clamar ante el mundo por una nueva masacre. No obstante haber respondido a ataques provenientes de ese lugar, Israel se lamentó y disculpó por la muerte de los niños, ya que nunca fue su intención matarlos, a diferencia de los terroristas del Hezbollah y Hamas, que asesinan en forma deliberada a cualquier civil, hombre, mujer o niño.
La deleznable estrategia de Hezbollah fue denunciada en esa misma época por la organización Christian Solidarity Internacional(CSI) que señalaba que pueblos libaneses cristianos como Ain Ebel, Rmeish, Alma Alshaab y otros, estaban siendo usados por el grupo fundamentalista musulmán, para atacar desde allí con misiles a Israel. «Hezbollah está repitiendo el mismo patrón que siguieron contra Israel en 1996. Se esconden entre la población civil y lanzan sus ataques protegidos por un escudo humano», afirmaba el ex comandante del ejército libanés de la zona sur, Coronel Charbel Barkat. Asimismo, un cristiano de Ain Ebel, quien no quiso ser identificado para evitar posibles represalias de Hezbollah, contó que descubrió a un grupo de guerrilleros del movimiento terrorista sobre el techo de su casa mientras se preparaban para arrojar algunos misiles Katyushka. Ignorando sus ruegos para que no los lanzaran, los extremistas lo hicieron. El hombre tuvo apenas tiempo de reunir a su familia y huir del lugar que unos quince minutos después fue destruido, previsiblemente, por un ataque aéreo israelí.
Además de utilizar las casas de los cristianos para los ataques, los miembros de Hezbollah, sádicamente, también evitaban que huyesen.
Como resultante de la influencia de la izquierda fascista, la propaganda islámica y el antisemitismo remilgado,encubierto contemporáneamente como antisionismo, el hecho de avisar con antelación que el Hezbollah continúa utilizando a los civiles como escudos humanos, probablemente, no será óbice para que la gran mayoría de los medios, organizaciones de derechos humanos, la opinión pública, y muchos gobiernos “progresistas” sigan condenando en el futuro a Israel y no a los verdaderos responsables, por causar víctimas civiles.