Ciertos aspectos iniciales de la persecución nazi de judíos y otros enemigos eran de carácter público en Alemania. Por ejemplo, todos sabían acerca del Boicot del 1 de abril de 1933, las Leyes de abril y las Leyes de Nuremberg, pues habían sido divulgados y publicados sin omisiones. Además, los transgresores solían ser castigados y humillados públicamente. Lo mismo ocurrió con las medidas antijudías posteriores.
Kristallnacht (La noche de los cristales rotos) fue un pogrom público llevado a cabo ante los ojos de toda la población. A pesar de que la información sobre los campos de concentración no era pública, la población alemana contaba con muchos datos, y por lo general sabía acerca del tratamiento que se les daba a los reclusos, pero no era fácil obtener detalles exactos.
Con respecto a la implementación de la «Solución Final» y el asesinato de los elementos indeseables la situación era diferente. Los nazis intentaron conservar en secreto los asesinatos, y para ello tomaron medidas preventivas a fin de asegurarse de que dichos planes y procedimientos no se hicieran públicos.
Sin embargo, sus esfuerzos fueron exitosos sólo parcialmente. Por ejemplo, las protestas públicas de varios clérigos hicieron detener su programa de eutanasia en agosto de 1941. Es evidente que dichas protestas fueron el resultado del conocimiento por parte de muchas personas de los asesinatos de enfermos mentales en instituciones especiales llevados a cabo por los nazis.
En cuanto a los judíos, toda Alemania sabía que habían desaparecido luego de ser enviados al este. Grandes sectores de la población alemana no sabían con certeza que había ocurrido con los judíos. Por otra parte, hubo millares de alemanes que participaron en la implementación de la «Solución Final» y/o la presenciaron, ya sea como miembros de la SS, de las Einsatzgruppen (unidades asesinas móviles especiales), guardias en campos de exterminio o campos de concentración, agentes de policía en la Europa ocupada o integrantes del Wehrmacht (Ejército alemán).