La explicación al odio implacable de los nazis hacia los judíos se encuentra en la forma distorsionada en que los primeros veían el mundo, según la cual la historia consistía en una lucha racial.
Ellos tenían la creencia de que los judíos eran una raza cuyo objetivo era dominar al mundo y, por eso, los consideraban un obstáculo para el dominio ario. Creían que toda la historia se resumía en una lucha entre razas que debía culminar en el triunfo de la raza aria, la superior. Fue así, que se impusieron el deber de eliminar a los judíos, que constituían una amenaza. Más aún, ante sus ojos, el origen racial de los judíos los convertía en delincuentes habituales cuya rehabilitación resultaba imposible y que, debido a ello, eran irremediablemente corruptos e inferiores.
No cabe duda de que hubo otros factores que contribuyeron al odio nazi hacia los judíos y a la creación de la imagen distorsionada que los primeros tenían del pueblo judío. Uno de los factores fue la centenaria tradición del antisemitismo cristiano que propagaba un estereotipo negativo del judío como asesino de Cristo, enviado del diablo, hechicero. Otro factor fue el antisemitismo político y racial de la segunda mitad del siglo XIX y la primera parte del siglo XX, que consideraba a los judíos una amenaza y una raza inferior.
La combinación de estos factores convirtió a los judíos en el blanco de la persecución y eventual exterminio por parte de los nazis.