La lexía hebrea Sefarad es el nombre que los judíos daban a la Península Ibérica, donde los hebreos vivieron durante siglos en la Diáspora, de hecho, el vocablo «sefarad» en el hebreo moderno significa España.
Los judíos sefardíes convivieron pacíficamente con los musulmanes y cristianos durante siglos y su cultura prosperó gracias a la política filo-judía de algunos monarcas previos a la revolución Trastámara.
Durante la Edad Media, los hispanojudíos fueron reconocidos como los líderes de la fe y cultura judías en aquellos siglos, un liderazgo religioso, y sobre todo cultural, que se prolongó durante varios siglos tras la expulsión.
Una vez promulgado el Edicto de expulsión de los judíos de España, en 1492, por los Reyes Católicos (Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón), los sefardíes no reaccionaron de manera homogénea frente al terrible dilema que se les planteaba, por lo que el éxodo y las conversiones al cristianismo católico fueron en masa, parte del caos y de la desestructuración social que generó el Edicto de Granada.
Quienes optaron por partir formaron parte de las largas filas humanas que avanzaron con lo poco que podían trasportar -no pudiendo llevarse oro ni plata. La huída desesperada generó improvisadas subastas a precios irrisorios.
Los sefardíes huyeron hacia el norte de África, el antiguo Imperio Otomano, Holanda (de donde muchas familias emigraron a las colonias de Curaçao, Surinam, y Aruba), Inglaterra, Alemania, Dinamarca, Austria, Suiza y Hungría, donde se establecieron en comunidades y conservaron su patrimonio cultural.
Durante siglos, los sefardíes conservaron una variedad de castellano llamada jaquetía o judeoespañol, que se desarrolló de forma aislada respecto al español de España y América.