Dr. Murad Ghanim: la mosca blanca se alimenta de las plantas y las debilita hasta tal punto que otras plagas y enfermedades pueden atacarlas y transmitir virus como el temible virus del rizado amarillo del tomate.
Con sus finísimas alas blancas y un cuerpo de menos de 1,2mm, la mosca blanca no parece muy amenazadora. Pero cuidado, las apariencias engañan. Esta plaga causa daños enormes al follaje de las plantas ornamentales, pepinos, tomates, sandías y algodón.
La mosca blanca ataca a 500 especies vegetales, entre ellas hortalizas y ornamentales, dice el Dr. Murad Ghanim, un entomólogo del Instituto Volcani en Bet Dagan (el mayor centro de investigación científica agropecuaria en Israel, que goza de excelente reputación en las áreas de la investigación básica y aplicada).
La mosca blanca se alimenta de las plantas y las debilita hasta tal punto que permite el ataque de otras plagas y enfermedades, como ser el temible virus del rizado amarillo del tomate (TYLV), explicó el Dr. Ghanim a ISRAEL21c cuando le visitamos en su laboratorio del Instituto Volcani. «El marchitamiento de la planta es un síntoma de la invasión. En casos extremos, cuando la mosca chupa de la planta su alimento (en el algodón, por ejemplo), excreta azúcares que se adhieren al algodón y lo echan a perder. Peor aún, las manchas negras que provoca atraen a un hongo que inhibe la fotosíntesis y pone en peligro a todo el cultivo».
El Dr. Ghanim, que empezó a coleccionar insectos cuando estudiaba en la escuela secundaria agrícola Yamma, cerca de Netania, explicó que el combate contra las fitoplagas es un grave problema.
Según un informe publicado en la revista Nature, una invasión de mosca blanca del biotipo B arrasó en la década del 1990 los cultivos en Norteamérica y causó más de mil millones de dólares de daño en Estados Unidos y México. Las bellas macetas importadas de Poinsettia resultaron ser portadoras del insecto que consiguió pasar la frontera inadvertido. En 2005, la supermosca ya había sido detectada en 22 estados.
Los expertos en control de plagas afirman que la mosca blanca es la peor amenaza para la agricultura mundial. Pero, a juicio del Dr. Ghanim, doctorado por la Facultad de Agronomía de la Universidad Hebrea en Rejovot, y post-doctorado en la Universidad de Yale en genética entomológica, los plaguicidas químicos parecen ser una solución en la que nadie sale ganando.
«Además de ser tóxicos para los seres humanos, hay que fumigar con mucha frecuencia», dijo el Dr. Ghanim. Las altas dosis que se aplican causan daños secundarios, pues eliminan a otros insectos beneficiosos y afectan a las aves.
«La mosca blanca reacciona en forma innata de dos maneras inteligentes frente a los plaguicidas», explicó el Dr. Ghanim. Para sobrevivir, puede mutar o modificar sus genes, de tal suerte que las moléculas del plaguicida no puedan ligarse a la proteína fijada como blanco. Además, alerta a uno de sus genes para que detoxifique al plaguicida mediante la expresión excesiva de una enzima detoxificante.
El equipo israelí está llevando a cabo un estudio básico sobre la acción de los plaguicidas, el modo en que la mosca blanca desarrolla la resistencia y las concentraciones óptimas para impedir tal resistencia. El Dr. Ghanim está sumamente interesado en llegar a comprender los aspectos genéticos del problema y hallar una solución.
El método más promisorio y novedoso para el control de la plaga es la protección basada en simbionte (SyBaP) en el que se utiliza la ingeniería genética. El objetivo es el simbionte, la bacteria oculta que vive en los órganos especializados del insecto, suministrándole aminoácidos y recibiendo a cambio la protección del insecto contra las amenazas ambientales. «Si se mata la bacteria, se mata el insecto», dice el Dr. Ghanim.
El primer adelanto importante fue descubrir el control del mal de Chagas, una enfermedad causada por un protozoo parásito que se transmite a los seres humanos a través de las «chinches besuconas». Al modificar genéticamente la bacteria simbiótica que reside en las entrañas del insecto mediante la inserción de material genético (un anticuerpo) que inhibe la actividad del parásito y le impide ligarse con el insecto, se previene la transmisión del mal de Chagas. Los científicos que se dedican a la fitosanidad esperan obtener resultados similares.
«La primera iniciativa de cooperación en la lucha contra la mosca blanca y otras plagas surgió en un seminario con científicos franceses sobre «Innovaciones en el control de plagas», celebrado en Safed en enero pasado, y cuyo tema principal fue SyBaP.
«El viaje a Israel nos dio la oportunidad de conocer a especialistas israelíes con larga experiencia en el tema de la mosca blanca, una plaga invasiva reciente en Francia», comentó Frederic Fleury de la Universidad de Lyon, que comparte con Ghanim el empeño de desarrollar nuevos métodos de control mediante la manipulación de la bacteria simbiótica en las plagas.
El éxito de dicha reunión dio lugar a una reunión más amplia con la participación de científicos de Francia, Holanda, Italia, Israel, Grecia, Inglaterra y Estados Unidos.
Dado que en la actualidad el mundo agrícola es uno solo, el control de las plagas que transitan libremente se hace muy difícil. El problema se agrava ya que el sector de ornamentales se opone, por lo general, a someterse a la cuarentena en las fronteras, porque las flores no soportan demoras en la llegada al mercado.
Sin una inspección a fondo en la frontera, las hortalizas y el algodón corren peligro.
«Las plagas no reconocen fronteras», acota el Dr. Ghanim, quien junto con sus colegas encabeza una iniciativa para formar un frente europeo unido con el objeto de proponer nuevos enfoques de control de plagas sin plaguicidas peligrosos y costosos.
«La idea es establecer redes de investigación para una agricultura sostenible, conectadas con 15 centros de investigación de la Unión Europea. Dos compañías – Bio-Bee en Israel y Bio Insecta en Grecia – que utilizan «enemigos naturales» para combatir las plagas, también forman parte de esa sociedad. Bio-Bee en el kibutz Sde Eliahu utiliza abejorros para eliminar la mosca blanca. Las larvas del abejorro se comen las larvas de la mosca blanca.
El frente europeo-israelí se concentra en cinco plagas: la mosca blanca (Israel y Francia, independientemente), la mosca del olivo (Grecia), los tisanópteros o trips, que atacan las fresas, flores y árboles (Holanda), la saltarilla que ataca a los viñedos (Italia), y los áfidos que chupan la savia de las plantas (Inglaterra). Estos grupos van a compartir los resultados de su investigación.
Los científicos del Instituto Volcani que se dedican a la fitosanidad, entre los que se cuenta el Dr. Ghanim, han movilizado sus esfuerzos en la lucha contra la mosca blanca y los progresos ya son evidentes.
«La mosca blanca prueba la savia de una planta y, si no le gusta, sigue adelante. Hemos descubierto que la mosca blanca evita ciertas plantas, como el colinabo, que tiene un alto nivel de glucosinolato (metabolitos secundarios que las plantas emplean para defenderse contra animales herbívoros). Elegirá más bien una planta con menor toxicidad», dice el Dr. Ghanim. «Si encontráramos genes importantes involucrados en el metabolismo del glucosinolato y lográramos modificarlos, podríamos inhibir a la mosca blanca».
Según el Dr. Ghanim, todo el daño está conectado con la bacteria. Si se elimina la bacteria, se eliminará el daño.
«Abrigamos la esperanza de poder identificar los genomas de la bacteria que vive en simbiosis con el insecto» agregó el Dr. Ghanim.
«Tenemos que conseguir la secuencia del genoma.
En comparación con los seres humanos, que tienen unos 30 mil genes, la bacteria sólo cuenta con algunos centenares o, a los sumo, unos miles», observa el científico con optimismo. Una posibilidad es utilizar los genes de escorpiones, que podrían clonarse en el genoma bacteriano para eliminar la plaga.
Al compartir y utilizar esta novedosa tecnología, los equipos de Israel y la Unión Europea ofrecen un frente unido en la lucha contra las plagas sin plaguicidas tóxicos.