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Lo que originalmente fue un proyecto bien pensado por los artífices de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas se fue convirtiendo en una especie de trampolín para ganar más dinero e incentivar el multimillonario negocio del cine.

No es un secreto que hay una nueva revolución del “cine en casa”, encarnada por series de bajo coste, producidas algunas de ellas por Hollywood, pero otras, muy exitosas, hechas por pequeños productores o cadenas de televisión y cable, los cuales están afectando el negocio de la “gran pantalla” y que ponen en jaque al séptimo arte; de hecho, muchos de los actores y de las actrices más famosos de Hollywood se han pasado al mundillo de las series y eso irrita al medio.

La reciente entrega del los premios Oscar estuvo cargada de mensajes y malos chistes anti Trump y eso debilita  ante todo al premio en sí, a los actores y a la misma Academia. Se hace imprescindible poner reglas para evitar que se produzcan en ese evento, con tanta audiencia, esos discursos cargados de odio, que ensanchan aún más la brecha entre unos y otros en los Estados Unidos.

Los demócratas, promotores de una campañita asimétrica (no estoy culpándoles por lo ocurrido en el Oscar), no entienden la peligrosidad que encierra este jueguito,( los venezolanos si que lo sabemos) ni del precedente que están creando dentro de una sociedad que está dividida, “por ahora, políticamente” y lo lamentable es que buscan cualquier espacio para pintar de odio el momento.

Si el Oscar se convierte un evento político -como ha pasado, por ejemplo, con el Premio Nobel de la Paz, que le dieron a Arafat-,  no será raro que terminen entregando estatuillas a muchos indeseables y no meritorios del mismo.

No sé hasta qué punto pudiera la política estar ya incrustada en los Oscar e ignoro si es por eso que le otorgaron a Moonlight el premio, aunque “se las han visto negras para recibirlo”.  Tampoco sé si ese error es por causa de quienes se oponen a entregar el trofeo a un elenco de color, con algún actor de tendencia gay y/o religión conflictiva.

Definitivamente, el caos final en el evento no creo que sea producto de la casualidad; en estas cosas, donde hay tanto control, debe de haber “un gato encerrado”. Lo  que sí puedo decir es que las “brujas de Trump” parecen que están surtiendo efecto en contra de quienes se enfrentan desigualmente a él, ¿o será que D-OS, protege al inocente?; sin embrago, lo que sí, es definitivamente reprochable y asqueroso es que los premios Oscar estén hoy en día tan descaradamente politizados.  

David Bittan Obadía


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