En estos días se cumplieron 25 años del ataque contra la embajada de Israel en Buenos Aires, el cual podemos considerar como la arremetida terrorista precursora, pues luego ocurrirían numerosas agresiones semejantes, en distintos lugares del mundo, forjados por el islam radical. Dos años más tarde, también en la capital argentina, se reeditó la tragedia, cuando un carro bomba se estrelló contra la sede de la AMIA. Las investigaciones concluyeron con que ambos embates fueron coordinados por el régimen de los ayatolas y ejecutados por Hezbollah. Al punto que, en 2007, Interpol emitió circulares rojas para seis iraníes, las cuales se mantienen hasta la fecha, pese a los intentos por flexibilizarlas.
En junio de 2011, el que fuera ministro de Defensa del régimen de Ahmadinejad, Ahmad Vahidi con circular roja por la causa AMIA, fue invitado a Bolivia para celebrar el aniversario del Colegio Militar de Aviación. El fiscal Nisman cursó la alerta a Interpol. El canciller boliviano, David Choquehuanca, adujo que desconocía los antecedentes del militar iraní y por ello “solicitó su marcha inmediata”, pero ignoró la disposición ligada al caso de terrorismo.
En octubre de 2014, en Perú atraparon a un militante de Hezbollah, Muhammad Ghaleb Hamdar, quien manipulaba material explosivo de uso militar. Y hace poco, el diario saudita Okaz informó que fuerzas de seguridad sudamericanas desbarataron atentados masivos de Hezbollah, en Bolivia, Chile y Perú.
Adicionalmente, según señaló el último informe del Departamento del Tesoro de EEUU, Hezbollah refuerza sus vínculos con los cárteles colombianos y mexicanos.
Por otro lado, es de temer que Irán utilice la guerra en Siria para afianzar una base con el propósito de combatir a Israel; de allí que, batallones de la Guardia Revolucionaria se ubiquen a lo largo de la frontera siria.
Irán dirige una campaña publicitaria internacional. A principios de año, en el marco de la “Conferencia de Solidaridad con la Intifada Palestina”, en Teherán, Jamenei, señaló: “…el pueblo palestino debe seguir adelante con la Intifada, para erradicar al ‘régimen sionista’”.
La teocracia iraní activa prácticas violentas, se establece en Siria (lo más próximo a Israel) y prospera en influencia. Todo ello muestra el peligro que encarna.
BEATRIZ W. DE RITTIGSTEIN