En su show, un cómico judío se burla al afirmar que las fiestas judías celebran que cierta comunidad fue amenazada por el rey del lugar y, a última hora, ocurría un milagro y los judíos se salvaban. Durante su larga diáspora, el pueblo judío padeció masacres, expulsiones, discriminaciones y humillaciones, de tal modo que aprendió a subsistir y al igual que el cómico, a reírse de sí mismo como forma de su persistencia e idiosincrasia.
Así, Pesaj rememora las penurias de la esclavitud y los avatares de la liberación al enfrentarse a la negativa del faraón a dejarlos ir. Purim evoca el suceso en el que el pueblo judío sobrevivió al intento de ser aniquilado bajo el mandato de Asuero, el rey persa, por exigencia de Amán, su primer ministro.
Luego de unos mil años en la península ibérica, en 1492, los reyes católicos emitieron un edicto de expulsión y, a través de la Inquisición, se vigiló el cumplimiento de la prohibición del judaísmo en sus dominios. La cúspide de estos crímenes en que tiranías aniquilan a comunidades indefensas ocurrió con el Holocausto.
Tras el renacimiento del Estado judío, los clásicos prejuicios antisemitas le fueron transferidos por quienes lanzan campañas que manipulan argumentos con el fin de ilegitimar a Israel.
Bajo el yugo comunista los judíos fueron obligados a deslindarse del ancestral vínculo con la tierra de sus antepasados. Y a partir de la revolución islámica en 1979, la comunidad judía de Irán está secuestrada, forzada a rechazar sus nexos patrimoniales con Israel.
Desde la cumbre del poder, emplazar a una comunidad judía para que se pronuncie de acuerdo a los deseos de quienes ejercen la autoridad, es un acto de desmedido abuso y responde al antisemitismo más añejo.
Pese a que el judaísmo otorga valor al ser gregario, respeta la libertad de pensamiento y acción. Sin embargo, a lo largo de su milenaria historia, la mayoría de las excusas para perpetrar masacres y persecuciones contra los judíos, se debieron a imputaciones colectivas, desde la acusación de deicidio hasta el presente; ello es una descomunal injusticia, pues como en todo hecho humano, el compromiso de lo que se haga o deje de hacer es de cada quien. Como característica de la libertad, la responsabilidad que ésta conlleva es absolutamente individual.
BEATRIZ W. DE RITTIGSTEIN