La Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela es la organización techo de la comunidad judía venezolana, la encargada de llevar nuestra voz ante los diferentes estamentos del gobierno nacional, de representarnos ante el Congreso Judío Mundial y el Congreso Judío Latinoamericano y otras entidades internacionales.
La CAIV surgió en momentos que la comunidad judía ya tenía suficiente peso específico organizativo; es decir, las estructuras básicas para cubrir la vida judía —religión, educación, información— ya estaban echadas. Pero era necesario contar con una organización de naturaleza política, sin tener carácter partidista, que se ocupara de servir de puente con el mundo exterior, ya fuera este político, académico o de otra índole.
En su constitución participaron, lógicamente, las dos organizaciones fundamentales de nuestra comunidad: la Asociación Israelita de Venezuela y la Unión Israelita de Caracas, representativas del grueso de la población judía, junto al Consejo Nacional de la B’nai B’rith de Venezuela, poseedor de una vasta experiencia en la lucha contra el antisemitismo y por los derechos humanos; y la Federación Sionista de Venezuela, que aportaba el componente ideológico del sionismo y dejaba en claro la irrenunciable postura de la CAIV en defensa del Estado de Israel.
En su etapa inicial, la CAIV acogió en su seno la representación de los jóvenes y de las mujeres judías. Ambos grupos siempre estuvieron presentes, y su valioso aporte fue escuchado con atención.
Si bien desde su creación la CAIV ha tenido un rol central en la relación entre la comunidad judía y su entorno, es indudable que con motivo de los cambios políticos, sociales y económicos ocurridos en Venezuela a partir de la llegada de Hugo Chávez al poder, es en la llamada Quinta República cuando su accionar ha sido más difícil y necesario.
Me tocó presidir la CAIV justo con el inicio de la Revolución Bolivariana, y allí comenzamos a diseñar estrategias que nos permitieran mantener en alto la representación de nuestra comunidad frente al gobierno nacional. Por una parte, defender nuestro derecho como minoría a convivir en el seno de la comunidad venezolana, y por otra defender nuestra postura contra el antisemitismo en todas sus manifestaciones y contra los intentos de deslegitimar al Estado de Israel.
En el segundo período en que dirigí la CAIV (2007-2010), ya profundizado el cambio en Venezuela, nuestra actuación requirió del mayor cuidado para mantener abiertos los necesarios puentes con el gobierno nacional, y defender con dignidad y sin claudicaciones las posiciones que creíamos justas.
Dos hechos terribles ocurrieron en este período: el segundo allanamiento de Hebraica, y el ataque a la sede de la Asociación Israelita de Venezuela con la profanación de la Gran Sinagoga Tiferet Israel. Fue necesario mucho aplomo para enfrentar ambos actos vandálicos. Lo hicimos con decisión y cordura.
Fueron momentos en que la CAIV recibió grandes muestras de solidaridad interna y externa, tanto de organizaciones judías como no judías. Nuestro trabajo con las embajadas amigas dio sus frutos, y comprobamos que no estábamos solos.
A todo lo anterior hay que agregar que nos tocó vivir la ruptura de relaciones de Venezuela con Israel, con toda la carga emotiva que nos produjo ese acontecimiento.
Pero también hubo tantos momentos gratos: publicar libros, recibir amigos de dentro y fuera del país, entablar conversaciones con embajadores, asistir a numerosos encuentros internacionales del mundo judío, compartir con un grupo de amigos la responsabilidad del día a día en Venezuela y el mundo. En fin, aprender política y servir a la comunidad.
Con todo, puedo afirmar que para mí fue un privilegio y un honor servir a la comunidad judía desde la presidencia de la CAIV. Fueron años duros, pero plenos de satisfacción por el deber cumplido: representar dignamente a la comunidad judía venezolana y dejar en alto el nombre de Israel. Todo lo realizado fue posible por contar en la Junta Directiva de la CAIV con un extraordinario grupo de colaboradores, que en todo momento me apoyaron y trabajaron intensamente.
También hay que mencionar que en las dos oportunidades en que presidí la CAIV, desde la directora ejecutiva hasta el último empleado, su buen desempeño en el trabajo nos dio el soporte necesario para una exitosa gestión.
Fuente NMIdigital.com