Dije lo que tenía que ser escuchado
No es un secreto que durante mis años de estudio en la UCV activé políticamente, donde compartí con muchos de los políticos que hoy están en distintas tribunas. Para mi gestión, mi esposa e hijos colaboraron con esa necesaria tranquilidad. Los 20 años en CAIV sumaron, pero lo fundamental fue haberme rodeado de un equipo maravilloso, todos amigos comprometidos con la comunidad. Nunca tomé una decisión sin consultarla. Me acerqué más a Dios. Conté con una directora ejecutiva de lujo, eficiente y buena, como todo el staff, por el que me ocupé porque siempre estuvieran contentos. Sin ellos la cosa no caminaría.
El balance lo hacen los terceros, pero hice un gran sacrificio, siempre pensé en el colectivo, me obsesioné por dar lo mejor de mí, traté de evitar los errores y mantener intacta mi libertad interior. A viva voz dije lo que tenía que ser escuchado, sobre todo en la defensa de nuestra comunidad, de Israel y a favor del recuerdo de la Shoá.
La propia comunidad y sus dirigentes, la crisis que vivimos. Hay decisiones que no son del agrado de todos, mas sí necesarias. El antisemitismo, tan extraño al país, la demonización de Israel, la banalización de la Shoá, la falta de representación diplomática de Israel, el cambio tan permanente de autoridades nacionales, la prensa internacional y las mismas instituciones judías alrededor del mundo, el decrecimiento de nuestra comunidad…
Se logró mantener una relación estable con las autoridades nacionales: teníamos a quién llamar. Se presentaron todos los reclamos por los temas de antisemitismo ante la Fiscalía. Hicimos una campaña, como nunca antes, frente a toda la representación diplomática acreditada en el país. Promovimos a Israel y presentamos su realidad. Nos posicionamos internacionalmente, a todos los niveles, y en las instituciones judías logramos por primera vez ocupar puestos de trascendencia. Visitamos a los dos papas, a presidentes y ministros de distintos países. Conseguimos unir esfuerzos con representantes de todos los credos, y especialmente sumamos mucho con el mundo evangélico, quienes aman profundamente a Israel.
Superamos las vicisitudes y generamos tranquilidad. Mantuvimos permanente contacto con los ex presidentes, quienes aportaron buenas ideas y sumaron mucho. Aumentamos nuestra visibilidad frente al mundo gentil, y mantuvimos constantemente informada a la comunidad de nuestras actividades; eso es muy importante.
Entender que están trabajando en una institución muy particular, en la que hay que dejar de lado las consideraciones personales, ser muy objetivos, estudiar y comprender el ambiente donde deben desenvolverse. No callar, pero hablar con inteligencia. No dejar pasar las oportunidades.
La fortaleza son sus miembros, su personal y ser una institución compuesta por personas y sin bienes; gozar del reconocimiento nacional e internacional por ser la representante de la comunidad; la autoridad moral conseguida en el tiempo. Sus debilidades: la falta de recursos para poder optimizar su actividades, y muy especialmente para combatir el antisemitismo. Esa es su fragilidad ante estos “tiempos de cólera”.
Compromiso con amor. Sacrificio incondicional.
Los presidentes de CAIV deberían ser electos de manera directa por los miembros de la comunidad. No necesariamente la presidencia de CAIV debe ser un premio para quienes han dirigido otras instituciones. Espero que en un futuro eso cambie. El presidente de CAIV y sus miembros deben salir de la misma institución. Hay que respetar a las instituciones confederadas.
Fuente NMIdigital.com