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Por Beatriz W. de Rittigstein
Tajeldine debe tener poderosos motivos que lo llevan a falsificar la realidad.
Hace poco leímos en el portal Aporrea un artículo de Basem Tajeldine, en el que repite calumnias contra el pueblo judío.
Ello no es novedoso; desde hace años difunde imposturas con el propósito de crear un ambiente hostil hacia los judíos en general y hacia la comunidad judía venezolana en particular.
Tras los sucesos de abril de 2002, ha venido acusando a los judíos de participar en una trama antigubernamental y pretende demostrarlo asegurando que Isaac Pérez Recao es judío, como si la condición religiosa es razón para atribuir intrigas, al estilo de Los protocolos de los sabios de Sión. De todos modos, es oportuno aclarar que Pérez Recao, independientemente a las reales o supuestas conspiraciones, no es judío.
Otra treta de Tajeldine es reseñar unas irreales declaraciones de un tal "Rosen Berg", a quien le atribuye haber relacionado nazismo y sionismo. Sin embargo, "Rosen Berg" no existe; podemos inferir que se refiere a Alfred Rosenberg, colaborador de Hitler, quien creía en la superioridad racial y precisamente por eso concretó el espolio a los judíos. Una vez más, Tajeldine basa sus imputaciones en patrañas.
Además, trae a colación el asunto de la resolución 3379 de la ONU, que injustamente equipara sionismo y racismo, pero omite indicar que fue aprobada por una mayoría automática propia de la guerra fría, conformada por países comunistas y los No Alineados, favorable al mundo árabe y que años después, con el desplome de la URSS, esa mayoría mecánica desapareció y se derogó la inmoral resolución.
Tajeldine conoce estos hechos, pero debe tener poderosos motivos que lo llevan a falsificar la realidad.

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