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Reportaje: La música judía en la historia
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Por Lilian Rotter Rzechte
"¿Qué sabe el pez del agua donde nada toda su vida?" Albert Einstein
Ser judío en Venezuela es pertenecer a una comunidad donde los polacos y los marroquíes, los rumanos y los israelíes, los húngaros y los sirios, los holandeses y los españoles, así como sus respectivos descendientes, se han mezclado desde hace muchísimos años, en un maravilloso "mishmash", bien sea en Hebraica, para hacer deporte, bañarse en la piscina, asistir a Kineret o escuchar una conferencia en el Salón Jerusalem; o para sentarse, unos al lado de los otros, esperando que de comienzo en el gran salón de San Bernardino algún acto organizado por la junta directiva de la Unión Israelita, y saludarse, días más tarde, en uno de los eventos de la Semana Sefaradí.
Una comunidad donde el semanario Nuevo Mundo Israelita es repartido gratuitamente a todos por igual, sefardies o ashkenazíes, sin distingos de afiliación religiosa, porque se entiende que todos somos hermanos, todos somos judíos. Una colectividad donde los distintos rabinos de la Asociación, de la Unión, de Jabad y de las otras sinagogas, solo persiguen transmitir y compartir los mensajes de
D-os a sus congregaciones, cada quien en su estilo particular, pero sin jamás rivalizar o descalificar a los demás, con el objetivo último de SUMAR A LA CAUSA JUDÍA, porque desde siempre han tenido claro que en "la unión está la fuerza".
Ser judío en Venezuela, es formar parte de una kehilá que se esfuerza en hacer del colegio comunitario, con todas las complicaciones que su diversidad implica, un colegio para todos, en donde el respeto por las diferencias y por la solidaridad con los menos pudientes siempre es prioritaria para que todos los niños puedan estudiar y compartir con sus similares. En Caracas, es prácticamente imposible que los padres inscriban a sus hijos en un colegio laico para que "aprendan un mejor inglés", sacrificando con ello su exposición al Judaísmo que se respira de todas las maneras posibles en las escuelas comunitarias, donde además se lucha por mantener un alto y competitivo nivel educativo cuyos frutos se recogen posteriormente, en el momento que  los muchachos hacen vida universitaria.
Ser judío en Venezuela es contar con un club hermoso, mantenido impecable a pesar de las coyunturas económicas. Un lugar en el cual desde los bebés hasta las personas de la tercera edad, tienen la posibilidad de hallar entretenimiento, practicar deporte, broncearse, hacer vida social, pertenecer a movimientos sionistas, aprender bailes israelíes, jugar cartas, ver obras de teatros, charlas de rabinos, sin siquiera cuestionarse el titánico esfuerzo de los que tienen en sus manos el manejo del club, para lograr que todo funcione de la manera más eficiente posible, a fin de que sus miembros puedan gozar y quieran seguir gozando de tamaños privilegios.         
Ser judío en Venezuela significa que los líderes comunitarios tienen clara su responsabilidad en la continuidad de la colectividad a quien representan y que es solo UNA, a pesar de estar compuesta por judíos que ejercen su judaísmo en un vasto y afortunadamente nada polarizado, sino multicromático rango, que la convierten en especial y ÚNICA.
Kol hakavod para aquellos pioneros que colocaron los primeros ladrillos en la construcción de nuestra kehilá en Venezuela, entendiendo que el respeto por las diferencias y el amor por las semejanzas, así como la constancia y consistencia en el fortalecimiento de los valores judíos era, es y seguirá siendo el camino para una comunidad judía fuerte y con su futuro asegurado.
Desde lo más profundo de mi corazón, y hoy, tal vez más que nunca, le hago llegar a MI querida comunidad judía de Venezuela, mis más sinceros deseos por que tenga "shaná tová", y que D-os la siga acompañando y protegiendo de todos aquellos que pretendan lastimarla.
Profesor Einstein, quiero confesarle lo que a estas alturas probablemente ya será obvio para el lector…Usted preguntaba:
"¿Qué sabe el pez del agua donde nada toda su vida?"
Le contesto, mi querido profesor, que la respuesta a su pregunta yo la encontré "nadando en otras aguas".

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