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Por Bernardo Ptasevich
Hoy es día para hablar de fútbol, tema excluyente en cualquier lugar del mundo y también en Israel, aunque la selección israelí no esté presente en el evento. En cada comunidad, en cada café, bar, restaurante, club o centro municipal, veremos pantallas y televisores con los partidos que pueden llevar a los candidatos a la cima. El hincha israelí reconoce que el fútbol del país todavía no está a la altura de estas competencias, aunque a no ser por esa maldita mala suerte, Portugal casi deja su puesto mundialista en el partido de Ramat Gan. Pero hay un fenómeno que reconocer. Los hinchas están más avanzados y actualizados que los clubes y la selección. La hinchada conoce los jugadores de todas las ligas, sus antecedentes, sus condiciones, su precio, sus transferencias y hasta su estado físico. Todos conocen cada club de los diferentes países, como forman sus equipos, quien es el director técnico, que táctica usarán en el próximo partido. Así las cosas habrá que esperar otros cuatro años por la selección israelí, pero los hinchas ya están a la altura de los aficionados de países netamente futboleros, con historia, trofeos, y títulos. Ojalá que se trabaje bien para que en el 2018 podamos todos juntos alentar a Israel en una copa del mundo.
Cada uno con su corazoncito y con su pálpito
Por ser Israel un país cuyos ciudadanos provienen de las más diversas latitudes del mundo, es natural que cada uno apunte su favoritismo o su preferencia por el país en que nacieron, ese que los vio crecer, donde pasaron la infancia y la adolescencia. Por ello habrá banderas de tantos países que nos parecerá estar viviendo en el corazón mismo de Brasil. Los que nacieron en Israel son en general hinchas de algún club de España, de Italia, de Inglaterra o de todos estos países. Admiran a jugadores determinados que ocupan el lugar de ídolos, tienen sus camisetas y siguen su trayectoria. Cada uno elegirá una selección por quien hacer fuerza para que vayan pasando las diferentes etapas. No hay encuestas sobre este tema, pero muchos dan a Alemania como favorito, otros a Argentina, a Brasil, a España, y sólo los oriundos de Uruguay, Chile, Rusia, Estados Unidos y otros, se atreven a soñar con ver campeón a sus colores. Cada quien tiene su favorito y razones le sobran a todos, pero los pingos se ven en la cancha y recién en unos días veremos como apunta el juego de cada equipo.
Todos están capacitados pero campeón será uno solo
Los equipos que llegaron a este Evento Mundial son sin duda todos buenos. Sus plantillas están llenas de cracks del fútbol, todos tienen algún jugador estrella reconocido por sus actuaciones. Sin embargo un mundial no se gana con nombres, ni siquiera se gana con antecedentes. Cada partido es único, once contra once y la pelota al medio. Hay tantos factores que pueden incidir en los resultados que resulta imposible prever un ganador con alguna chance de acertar. En los últimos días, algunos equipos perdieron a su jugador clave por lesiones lo que faltando tan poco para el Evento significa la disminución del potencial y de sus posibilidades. Otros como Luis Suárez, Ronaldo, Diego Costa, y alguno que no me viene a la mente en este momento, concurren sin la seguridad de poder jugar o por lo menos con mucho riesgo de volverse a lesionar. Es de esperar que estos ídolos puedan disfrutar y hacernos disfrutar a todos. Quienes estén capacitados a ver los partidos como un espectáculo, sin desmedro de su preferencia como hincha tiene por delante un mes lleno de show, adrenalina, estrategias, de estética deportiva y de emoción. Ojalá que los directores técnicos no sean demasiado amarretes son sus planteos y hagan que sus equipos jueguen al fútbol que gusta para el deleite propio y de los aficionados.
Será campeona la selección que tenga más suerte
Es cierto que hay que estar preparados, física y emocionalmente, que deberán aplicar la táctica correcta para cada adversario, que sin eso ningún equipo puede aspirar a ocupar el primer lugar de un torneo de estas características. Sin embargo hay tantos factores que pueden alterar los resultados que todos deben encomendarse a la suerte para sortear las dificultades. El juez principal y los jueces de línea serán preponderantes en ese sentido. Pueden cobrar un penal que no fue, no cobrar uno que sí existió y encima amonestar a la víctima de la falta. Pueden anular un gol por un offside inexistente, o pueden dar por válido un gol convertido en offside. El juez puede expulsar un jugador o más, como puede dejar pegar y no amonestar o expulsar, todo lo cual incidirá en el resultado del partido. Los postes y el travesaño pueden devolver muchas pelotas con destino a la red y el arquero contrario puede estar en uno esos días que las ataja todas. El goleador del equipo puede meter en el arco todas las oportunidades que se le presenten logrando el gol tan deseado, o puede errar todas por apenas milímetros o mandando la pelota al cielo de otro planeta. La suerte jugara su papel arrollador y quien sea favorecido con ella avanzara muy arriba.
Israel verá modificadas sus actividades durante un mes
Por 30 días la atención de los israelíes estará centrada sólo en el mundial. Muchos grandes y pequeños problemas quedarán de lado esperando turno para ser tratados, a nivel personal, familiar, comercial y también político. Las distracciones permitirán al gobierno tomar algunas medidas incómodas. La reacción de la gente se verá aminorada ya que la gente estará vibrando con el fútbol. Habrá ausentismo en los trabajos, las producciones van a mermar por falta de operarios, y en muchas otras actividades cuyos responsables estén frente a la televisión o disfrutando de alguna pantalla gigante. Se verá la inauguración del Mundial y los partidos en lugares públicos. La TV oficial anuncia que todo se podrá ver en los canales comunes y sin necesidad de afiliarse o pagar un valor extra. Todo está por verse, pero nadie quiere quedar fuera del Evento, todos quieren participar de alguna forma. Serán 30 días intensos con baja actividad en los rubros no futboleros y luego de los festejos o las lágrimas del final todo volverá a ser como antes. El rico seguirá rico, el pobre, pobre, y habrá que ir a trabajar muchas horas todos los días para salir adelante. El mundial será como una ilusión, como una pastillita mágica o un psicoanálisis, nos llevará de viaje con la imaginación y las imágenes transmitidas para devolvernos más tarde a la realidad cotidiana. Si por mi fuera, deseo ver desde aquí, en Medio Oriente, una final entre Argentina y Uruguay, y que gane el mejor… o mejor dicho, el que tenga más suerte.

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