Mi gestión consistió en equilibrar, manejar la situación
A todos los presidentes de CAIV les toca vivir la época más difícil hasta el momento, porque cada época supera a la anterior en cuanto a lo problemático. A mí me tocó asumir la gestión a pocos días de la expulsión del embajador de Israel. Me tocaron los días más virulentos del gobierno contra Israel, el antisemitismo. Mi gestión, en principio, consistió en equilibrar, manejar la situación. No fue una gestión creativa. Yo no podría decir que dejé cuatro universidades trabajando, cinco instituciones de prestigio funcionando, cuatro edificios produciendo alquileres y unas cuentas bancarias gigantescas… No. Mi gestión se dedicó exclusivamente a tratar de mantener el equilibrio de la comunidad, conservar una comunidad en vigencia a pesar de la disminución de nuestros miembros.
Esa fue una época que yo llamo de “antisemitismo de educación”. Durante las épocas anteriores ya había un antisemitismo muy bien dirigido y promovido, pero durante mi período comenzó una etapa nueva, que fue la de educar a la gente para que fuera antisemita. No sé quién la dirigió y la hizo funcionar. En esos momentos uno conseguía en ciertos ministerios cursos completos contra Israel bajo la excusa de la defensa del pueblo palestino, se enseñaba a culpar a los judíos y sobre todo a Israel de las situaciones malas que estaban pasando en el país. Y una de las cosas que me agrada de mi pueblo venezolano es que no entendió eso, y de hecho abandonaron esa campaña.
Mi junta directiva y yo decidimos ser un poco más participativos en la relación interreligiosa, y menciono eso como el gran logro, no mío, sino de la comunidad: reunirnos más formalmente con la iglesia evangélica, católica, con los cristianos. Logramos algo que podemos nombrar como el gran logro mundial más importante, solo comparado con lo que han hecho algunos papas: hemos sentado a la misma mesa, y bajo el techo de una sucá, a todas las religiones: cristianas, protestantes, islámica… Creo que eso fue un hito.
No quiero ser poco creativo, pero creo que el reto es el mismo: mantener la vigencia de una comunidad que está en pleno funcionamiento, a pesar de que sus miembros y su capacidad económica han disminuido. Ese es el reto.
La CAIV es el reflejo de la vida que estamos viviendo en el país. En una misma mesa se sientan posiciones que están a 180 grados una de la otra, posiciones influenciadas por la situación venezolana. Que nadie crea que en la CAIV no se discute; hay confrontación de ideas, porque cada uno de nosotros piensa diferente. Además, hay un problema gravísimo, y es que la CAIV está compuesta por judíos, y donde hay dos judíos hay 600 opiniones diferentes. No quiero hablar mal de mi pueblo, pero es difícil poner de acuerdo a una mesa compuesta por judíos.
Esta comunidad es cada día más admirable. Tiene una estructura de funcionamiento, sobre todo en el área de solidaridad social, que muchas comunidades poderosas del mundo quisieran tener. Y quiero pecar de antipático al decir que esta es la mejor comunidad judía del mundo. Aquí el comunitario cuando hace un donativo, no lo hace con el bolsillo sino con el corazón.
Fuente NMIdigital.com