Por Beatriz W. De Rittigstein
La semana pasada, ante el incremento de las tensiones y los hechos bélicos entre Hezbollah e Israel, en la frontera con Siria, el secretario general de la organización terrorista, jeque Hassan Nasralla emitió dos mensajes contradictorios. El primero, tras la revancha en la que mataron a dos soldados israelíes, envió un recado a Israel asegurando que no está interesado en una mayor escalada de la violencia.
Un día después, a través de un vídeo en homenaje a los seis miembros de su grupo muertos el 18 de enero, en una acción israelí en el Golán sirio, el jeque subrayó: "Nosotros tenemos el derecho de hacerle frente en todos los lugares, en cualquier momento y del modo que juzguemos más adecuado".
Pese a la incoherencia entre ambos mensajes, se debe tener suma atención a las amenazas de Hezbollah, tanto fuera de la región como directamente contra Israel.
Tengamos en cuenta que en 1992 y 1994, Hezbollah fue el brazo ejecutor de Irán en los dos ataques terroristas sufridos en Argentina: uno, contra la embajada de Israel en Buenos Aires y el otro, contra la AMIA. Más reciente, ha operado en India, Tailandia, Georgia y Azerbaiyán; en julio del 2012, seis personas fueron asesinadas y 30 resultaron heridas al explotar una bomba en un autobús que transportaba a vacacionistas israelíes en Bulgaria. Al poco tiempo, se arrestó a un militante del grupo terrorista libanés que planificaba un ataque similar contra turistas israelíes en Chipre.
Por otra parte, Hezbollah, patrocinado por Irán, desde hace años tiene un ejército paralelo al libanés, con el cual, de forma constante ataca a Israel. De hecho, Nasralla se jactó de contar con misiles precisos y un banco de objetivos que convertirían la vida de miles de israelíes en un infierno.
También, junto al ejército de Assad, combate a los diferentes grupos rebeldes sunitas que han generado una guerra fratricida en Siria. Hezbollah y su creador Irán, se han instalado en la frontera entre Israel y Siria y ello no es casual. Adicional a brindar ayuda concreta al régimen de Assad, resulta evidente que su estancia en el Golán sirio tiene el propósito de consolidar su presencia en la zona y hay suficientes indicios que revelan que su intención radica en la preparación para la apertura de un nuevo frente contra Israel.