Por Rabino Iona Blickstein
Hoy más que nunca, debemos repasar algunos principios un poco olvidados con respecto a nuestros derechos a Eretz Israel, como judíos nuestra posición para con los Árabes y otras minorías que habitan en la tierra prometida, que piensan que el judaísmo quiere gobernar sobre toda la humanidad.
¿Qué significa ser el pueblo elegido?, ¿cuál tiene que ser nuestra relación con los árabes, amor u odio, o distancia? ¿Debemos utilizar nuestra influencia para que salgan del país, o hacer lo imposible para que se arraiguen en el país? ¿Tratarlos con honor, o con desprecio? ¿Considerarlos animales o no? Todo lo escrito hasta aquí, no es para fijar una política de gobierno, sino para estudiar y analizar en teoría estos puntos.
Primeramente, quiero dejar claro, que los árabes son criaturas creadas por HaShem, y ya nos enseñaron nuestros Sabios: “Querido es el hombre que fue creado a la imagen de D-s”, también entre ellos hay hombres buenos, piadosos, y justos que pueden elevarse a un nivel ético y moral, para crear una sociedad plena de valores. Nos trasmitieron las palabras del profeta Eliahu. “Pongo como testigo al cielo y la tierra, que judío o un gentil, hombre o mujer, esclavo o esclava, todos según sus actos, pueden recibir sobre sí, el espíritu divino”, también un gentil, puede según sus actos y esfuerzos espirituales, ameritar el espíritu divino, claro es que hay muchos niveles. Maimónides observa que hay diferencia entre un gentil que cumple los siete preceptos de Noé, desde el punto de vista intelectual, y aquel que decidió cumplirlos llevado por un momento religioso por medio del conocimiento de que la Torá, habla también a los gentiles les entrega los siete preceptos de Noe, para así ser llamado “El piadoso de las naciones del mundo”.
También ellos pueden elevarse espiritual y moralmente, y entre ellos hay hombres justos, como malvados en nuestro pueblo.
Hay muchas cosas que podemos aprender de los árabes, hay patrimonios, que pertenecen a la psicología nacional de los árabes, como hay cosas incorrectas que nosotros no podemos aprender de ellos.
Nosotros debemos tratar a cada persona como es, sin diferencia de religión, raza, sexo, y posición.
El universo, contiene a todos, cada uno según sus actos. Tú nos elegiste.
Todo esto anula el “ata bejartanu” (Tu nos elegiste), no se basa en el desprecio a los demás, los otros son importantes y todos los seres humanos, fueron creados a Su imagen, sin diferenciar el color de su piel.
Dentro de todo ser creado a Su imagen hay niveles, también dentro del pueblo de Israel existen niveles: Cohanim, Leviym, e Israelitas, eruditos de la Torá, en sus distintos parámetros y otros.
El nivel de cada uno, no anula la unidad.
Dentro de la unidad universal hay niveles.
Cuando la Torá menciona la superioridad de Israel “… y para darte supremacía sobre todas las naciones que crearas a fin de que tú seas un pueblo consagrado a HaShem, tu Elokim” (Devarim 26:19), no significa que te permita pisotear y aprovecharte a los otros pueblos, sino como explica el Cuzari: Ser el centro, el corazón, fuerzas vivas que guían y ordenan. No tenemos interés de ofender y vejar, queremos ser el corazón, el motor que hace fluir la vida, que trae elevación.
HaShem le promete a Abraham el patriarca: “Y haré de ti una gran nación (Breshit 12:2), por eso, “Y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (idem, idem 3), “tu traerás bendición a todos”.
Nuestro maestro el Rabino Kuk escribió un poema llamado “El poema cuadrado” (Orot haKodesh 2 pág. 444)
Hay un hombre que canta su propio poema, toda su vida se resume en una palabra –YO-
Hay quien canta la canción de la nación, el dolor de su nación, es el suyo propio.
La alegría de la nación, y sus preocupaciones, son suyos.
Hay quienes cantan, el poema de toda la humanidad.
Hay quien canta la canción de todo el mundo. También de las plantas y de los animales.
Y hay quien canta estos cuatro poemas juntos.
Y este es el cantar de los cantares del rey Salomón (1:1)
El Rabino Kuk, en su “Arpelei Tohar 31” dice: Al crecer la persona, también su amor crece y se amplia y cubre más criaturas, a todos los pueblos… Mi amor a Israel es más efusivo, más profundo, pero mi voluntad interior se desprende, con la fortaleza de su amor sobre todo.
Abraham nuestro patriarca, honraba a sus huéspedes, también aquellos que sus pies estaban empolvados con el polvo de la idolatría (Breshit 18:4) También rezo por la gente de Sodoma, agrega el Rabino “el ahavat Israel” (amor a Israel) compromete a todos los humanos, y cuando dirige su odio a una parte de la humanidad, es señal de que todavía no purificó el alma de su impureza (Orot, Orot Israel 4:5)
El Rabino Kuk no educa en ningún lugar a tener sentimientos de odio contra los Árabes (Igrot haReiya 2:p56, idem, 67)
Las minorías en la tierra de Israel.
Es un hecho que existe entre los judíos y los árabes un conflicto territorial, ellos tienen sus argumentos, nosotros también los tenemos. El conflicto no es personal sino un conflicto nacional, sobre la Tierra Prometida, la tierra de Israel, y esta es la fuente de todos los problemas.
El Talmud Ierushalami y Rambam (Maimónides) en Melajim 6:5 menciona las palabras de Ieoshua bin Nun, alumno y sucesor de Moshé nuestro maestro. “nosotros vinimos a vivir a este país, como un pueblo libre, si quieren quedarse a vivir con nosotros pueden hacerlo. ¿Quieren irse?, también eso es posible. Y fue que los “girgashi”, abandonaron el país, pero sí ustedes no quieren la paz, sino hacer la guerra contra nosotros, nosotros los venceremos”.
Ramban (Rabí Moshé ben Najman) dice: “El punto de partida en que debemos de vivir en nuestra tierra, aunque lleguemos a una situación de guerra” (apéndice del libro de los “Mitzvot” (preceptos) del Rambam, precepto positivo Nº 4)
No queremos guerra con ningún pueblo, sino con aquellos que nos atacan.
Derechos particulares, y derechos nacionales.
Hay que diferenciar entre derechos privados, y derechos nacionales.
Un árabe que es dueño de su propiedad, no se puede desde el punto de vista moral expropiarle sus pertenencias, porque le pertenecen.
El Rabino Tzvi Iehuda Kuk, se expresó diciendo: “no tenemos nada con Ajmad y Mustafa, debemos solo hablar sobre el aspecto nacional, esta tierra la tierra de Israel es nuestra y sobre eso no hay discusión alguna”.
Cuando todos estemos seguros de que no nos moveremos de nuestra tierra, entonces los Árabes deberán decidir, si se quieren quedar los recibimos con amor, queremos la paz, y no haremos mal alguno a nuestros vecinos, pedimos que el Todopoderoso traiga la paz entre ambos pueblos, amén.