Por Rebeca Perli
El título de esta columna no se refiere, como se pudiera inferir, a diseñadores de ropa, sino a diseñadores que crean estructuras "listas para llevar" en las que acomodan virulentas calumnias en contra de los judíos, de Israel y/o del sionismo, y las recubren con una capa de indulgencia con expresiones como: "seguro que ahora me van a tachar de antisemita", con lo que se suponen exentos de que se les considere como tal. Este tipo de diseñadores se sienten libres, por ejemplo, de equiparar al sionismo con el nazismo, el fascismo, el comunismo, el capitalismo, el fundamentalismo, el ateísmo, el nacionalismo, el racismo, o a cualquier tendencia que encaje al descrédito que se le quiera dar.
Demonizar y deslegitimar a Israel culpándolo de todos los males del mundo y negar que existió el Holocausto, son también conceptos que encajan en indumentarias prêt á porter; usanza que se pone todavía más de moda en épocas de crisis, bien sea social, económica o política. Es entonces cuando el judaísmo y sus afines son excelentes temas para distraer la atención de problemas graves. Así ha sido a lo largo de la historia.
Lamentablemente, esas actitudes están proliferando a nivel internacional al utilizar las indumentarias prêt á porter no sólo en términos generales, sino específicos, etiquetando despectivamente a individuos por ser judíos y a menudo, no solo por serlo, sino por su ascendencia, emulando así las abominables leyes raciales de la Alemania nazi y creando un patrón de opinión que envenena las mentes de personas desinformadas y hace de falacias una verdad gobeliana de alto alcance destructivo. El antisemitismo, que incluye el antisionismo, no es cuestión de juego; sus consecuencias son funestas.