Por Beatriz W. De Rittigstein
Desde hace unos años es común oír declaraciones de personas y medios ligados al Gobierno Nacional, señalando al Estado de Israel por cualquier coyuntura en Venezuela y en el mundo.
Cuando Mursi, de las filas de los Hermanos Musulmanes, fue electo en comicios democráticos en Egipto, algunos opinaron que Israel lo había colocado allí. Resulta extraño que los israelíes favorecieran a un islámico radical que intentó imponer la shaaría, que en su gobierno se interrumpió el suministro de petróleo y sus seguidores pretenden romper el tratado de paz. Irónicamente, en contradicción con lo anterior, estos mismos hechos sirvieron para atribuir su caída a Israel. Así, desde el alto gobierno se enfatizó que a través de Egipto, el imperialismo desea "implementar el sionismo en el mundo árabe".
En cuanto a la guerra civil siria, sin pruebas, estos sectores acusan a Israel de intervenir. Afirman que hay tropas en territorio sirio e incluso que han atrapado a soldados israelíes, quienes nunca fueron mostrados en público. En Venezuela se dijo que "a Siria la quieren desmembrar para que el sionismo se tome todo el mundo árabe", o que Siria es "el muro de contención al expansionismo sionista".
Omiten que Israel se halla rodeado, entre la espada y la pared. Durante más de cuarenta años hubo calma en la frontera con Siria, aunque los Assad permitieron el paso de pertrechos de Irán al Hezbollah libanés. Por otro lado, entre los rebeldes sirios hay clanes extremistas, cuyo objetivo es la destrucción del Estado judío.
Se debe opinar con seriedad, con conocimientos de la complejidad de la zona y no por el interés de promover el odio hacia un grupo al que convirtieron en chivo expiatorio para distraer ante circunstancias reales.