Por Bernardo Ptasevich
Luego del robo de datos personales y tarjetas de crédito de ciudadanos israelíes realizada posiblemente por un joven hacker de Arabia Saudita, Israel recibió nuevos ataques en los sitios web de la Bolsa de Comercio y de la Compañía de Aviación EL AL en una serie que recién comienza y que amenaza continuar con golpes similares. A pesar de que los sistemas vitales online de Israel no resultaron afectados, la respuesta no se hizo esperar.
La justicia antes de la justicia
En represalia, hackers israelíes de un grupo autodenominado “equipo de Tzáhal” atacaron los portales de internet de la Bolsa de Comercio de Arabia Saudita y de Abu Dhabi, en los Emiratos Árabes Unidos, amenazando con repetir estas acciones cada vez que un sitio de Israel sea afectado. No se sabe si tanto los grupos pro palestinos como los israelíes están manejados oficialmente o actúan por su cuenta. Si lo hacen sin la anuencia de las autoridades de cada país sus acciones constituyen un grave peligro que puede desestabilizar la región, los negocios internacionales, la seguridad de los Estados involucrados y que deja al descubierto la falta de dominio de los gobernantes sobre sus gobernados. Si por el contrario se tratara de acciones coordinadas oficialmente, estaríamos ante una guerra cibernética de país a país con desenlace impredecible.
Aunque suene simpática la respuesta israelí a los ataques recibidos, la aplicación de la ley por cuenta propia nunca es aconsejable. Volver a la época del ojo por ojo y diente por diente nos retrae a formas de vida que no son coincidentes con nuestro deseo de vivir en una democracia, bajo el imperio de la ley y las instituciones. Pero habría que ver si realmente existen otras alternativas. Cuáles son las medidas que un país puede adoptar para defender a sus ciudadanos, sus empresas y su propio gobierno de los ataques nada convencionales que suponen los recibidos a través de la red. Es posible que no haya una forma de defensa que este contemplada dentro de las leyes ya que se trata de delitos nuevos, con métodos nuevos que generalmente no están previstos en las legislaciones vigentes. Estamos entonces en una situación compleja en la que quienes tienen conocimientos suficientes como para ser llamados piratas informáticos adquieren un poder tal que puede superar al que poseen los mandatarios de turno.
Las características de estos genios de la computación nos muestran que son personas nada convencionales, que no obedecen reglas ni temen represalias y que solamente desean mostrar al mundo todo lo que son capaces de realizar. Disfrutan de atemorizar a las víctimas de sus aventuras y de sentir el poder de manipular los hechos a su antojo. Este tema es muy serio y deberá ser analizado rápidamente para tomar las medidas que minimicen las acciones de piratería o que puedan anularlas. De no ser así, un hacker podrá por si mismo prender esa mecha tan temida de una guerra generalizada y extendida a la realidad mundial fuera de la red.
Comprar y vender en la red: un riesgo en aumento
Cuando todo indica que el desarrollo de los negocios por internet crece a pasos agigantados y deja por el camino el comercio tradicional, aparecen en el horizonte estos nubarrones que cambian las reglas existentes de seguridad en las transacciones. Es normal que los ciudadanos tengamos temor de pagar con nuestras tarjetas de crédito ya sea en forma telefónica como por internet ya que el vendedor se hará de datos muy sensibles que pueden afectarnos con futuras estafas.
Las empresas vendedoras y los sitios dedicados a estas ventas, (tiendas virtuales propias o sitios que pueden ser usados por cualquier empresario o particular para comercializar productos y servicios) han tomado precauciones contratado profesionales o empresas especializadas en seguridad y aseguran a los clientes que sus datos están protegidos. Sin embargo los últimos hechos demostraron que ese blindaje no es tal cuando un hacker decide obtener información secreta.
Los acontecimientos actuales afectarán sin duda alguna el volumen de operaciones en la red y modificará el mercado de tal forma que puede hacer peligrar la continuidad de la actividad. Muchas de estas empresas dejarán de recibir créditos debido a estos nuevos riesgos y pasarán de grandes ganancias a grandes pérdidas con la posibilidad de quebrar. Unos “inocentes” chicos súper inteligentes son capaces de alterar la realidad existente y transformar a los gigantes en pequeños para convertirse ellos mismos en los gigantes de este cuento.
El imperio de la ley por sobre todas las cosas
Es una tentación tomarse revancha cuando nos hacen daño, pero la ley prevé que nadie puede hacer justicia por cuenta propia. Es importante que valoremos las dos posibilidades y decidamos de qué forma queremos vivir. O nos sacamos el gusto causando daño a quien nos ha afectado con sus acciones y nos ponemos fuera de la ley al igual que ellos, o nos remitimos a las legislaciones vigentes y accionamos de la forma que podamos para que tengan su merecido.
Pero se trata de delitos muy complejos y situaciones que no tienen demasiada jurisprudencia. Hará falta modificar algunas leyes, modernizarlas y adecuarlas a las formas actuales de delinquir que cada vez son más sofisticadas. Es posible que los legisladores ni siquiera tengan conocimientos suficientes como para hacerlo. Tendrán que recurrir a especialistas en el tema de seguridad en la red o incluso aunque no nos guste o nos parezca fuera de lugar a algunos hackers que estén dispuestos a develar sus secretos.
Jóvenes que ponen en peligro nuestras convicciones
Nos gusta que la juventud sea innovadora, creativa, que produzca cambios en la sociedad, que proteste ante las injusticias, que busque su lugar en el mundo ya que las próximas décadas serán suyas. Sin embargo los excesos producidos por estos jóvenes piratas informáticos convencidos de que pueden hacer lo que se les antoje sin recibir castigo ponen en peligro nuestras convicciones y nuestra forma de vida.
Es importante que no nos dejemos tentar por la simpatía que puedan deparar sus actos según en qué parte del mundo estamos. Es tan malo el bloqueo de sitios y robo de datos que realizan los árabes como lo es los que realizan los israelíes. Podemos decir que ellos empezaron, pero entraríamos en eso de “¿Quien fue primero, el huevo o la gallina?”. Los delitos son delitos. Abusar del cyber espacio afectando a otros por tener más conocimientos es un delito que se debe castigar. Contestar con la misma moneda aunque sean jóvenes de los nuestros, es también un delito. No debemos actuar en forma corporativa para proteger a quienes los cometen. Si esto es un asunto de Estado, mucho peor. En todo caso habrá que declarar una guerra cibernética y entonces todo vale, atacar y defenderse dentro de las normas de una guerra y en forma oficial.
Futuros súper héroes del cine y las historietas
Como están dadas las cosas no duden que el próximo súper héroe de las películas o las historietas sea un simpático hacker haciendo maldades y admirado por el consumismo de lectores o espectadores que compran todo lo nuevo o lo que los emociona. Si los chicos y algunos padres idolatran héroes de este tipo, se modificarán los valores, la visión de convivencia con respeto hacia el otro y las normas razonables de legalidad y justicia. Aceptar el accionar de estos nuevos personajes como normal los alentará a convertirse en dictadores que dirijan a su antojo nuestra vida.
Fuente: Aurora Digital