La asimilación es un exterminio de almas judías
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Por Beatriz W. de Rittigstein
La ANP intenta retomar las negociaciones para dar forma a la solución de dos Estados
Pese a las vicisitudes, creemos en la solución primigenia: dos países para dos pueblos, uno al lado del otro, conviviendo en armonía.
En 1947, la ONU aprobó dividir la parte occidental de la región conocida como Palestina, en un Estado judío y otro árabe.
Los judíos aceptaron esa salida. Pero, la Liga Árabe ratificó su desden y amenazó con las armas. El 15 de mayo de 1948, tras declarar el renacimiento del Estado judío, los ejércitos de Egipto, Jordania, Siria, Líbano e Irak atacaron a Israel, dando inicio a la primera guerra árabe-israelí y desechando la opción de crear el Estado palestino.
Tras años de choques bélicos, en 1993 se firmaron los acuerdos de Oslo, consistentes en el mutuo reconocimiento: Arafat reconoció el derecho de Israel a existir, desmarcándose del terrorismo y Rabin reconoció a la OLP como representante del pueblo palestino. Por etapas, Israel se retiró de Gaza y Cisjordania, estableciéndose un autogobierno, el de la Autoridad Nacional Palestina, embrión del Estado palestino. Por primera vez en la historia, los palestinos ejercieron su soberanía nacional.
No obstante, esa ruta fue frustrada por el radicalismo árabe que impuso el incumplimiento de los compromisos acordados. Arafat no quiso enfrentar a los grupos terroristas y nuevamente se perdió la oportunidad de concretar el establecimiento de su Estado.
En la actualidad, con el rechazo a Hamas, que pretende un solo Estado, una teocracia sobre las ruinas de Israel, la ANP intenta retomar las negociaciones para dar forma a la solución de dos Estados. Por eso mismo, podríamos haber considerado la apertura de la embajada de la ANP en Caracas, como un augurio que reivindica una solución idónea, si la otra parte, Israel, hubiese podido continuar sus relaciones diplomáticas con Venezuela.

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