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En Noviembre de 1947, las Naciones Unidas debían votar por la Partición del Mandato Británico de Palestina.  La intención imperial de Gran Bretaña era insostenible.  El Mandato era inviable.  Los judíos clamaban por el único Estado Judío del mundo.  Los árabes, con muchos estados árabes en su haber, querían su parte en el ya casi desaparecido mandato.  La dirigencia del Ishuv (la población judía que ya conformaba una estructura de estado), encabezada por la figura del legendario David Ben Gurión, luchaba por la llamada partición.  Partición que significaría la creación de un Estado Judío y un Estado Árabe.

La historia relata que la votación se peleó voto a voto, país a país.  Aunque la aspiración de un estado para los judíos era y es milenaria, la conexión judía a la Tierra de Israel es religiosa e histórica, sin menoscabo de una para con la otra, la situación de judíos desplazados luego de la Segunda Guerra Mundial y con seis millones de asesinados a cuestas y a cuenta de los nazis, era francamente alucinante.  Gran Bretaña parecía heredar luego de la Alemania nazi, la responsabilidad sobre los escasos sobrevivientes judíos.  Estos, y otros que tuvieron la fortuna de no perecer  a manos de la maquinaria hitleriana, no podían acceder a la Tierra Prometida si no se inscribían dentro de las estrictas y crueles normas de las cuotas del llamado Libro Blanco.

Los países que votaron a favor de la partición fueron mayoría.  Aún cuando hicieron lo correcto y lo ético, lo histórica y religiosamente debido, han merecido el reconocimiento y el agradecimiento eterno de los judíos del mundo entero.  Algo tienen los judíos de muy bueno.  Entre otras cosas, para no desmerecer otras virtudes.  Son profundamente agradecidos.  A los favores, a la tolerancia e incluso, al simple deber ser de las cosas y circunstancias.

Venezuela, de la voz y voto de Andrés Eloy Blanco, votó a favor de la partición.  En la convulsionada Venezuela de Noviembre de 1947.  Gracias Venezuela, gracias Andrés Eloy. El poeta de Venezuela hacía gala de su sensibilidad humana, don de gentes y sentido de la justicia.  ¿Es admirable comportarse según lo que debe ser? Definitivamente sí.

Píntame Angelitos Negros es un poema de Andrés Eloy que rompe las barreras del tiempo.  De la discriminación entre los seres humanos.  De los estereotipos.  Una denuncia a la hipocresía y a la complacencia.

A quienes somos admiradores de Andrés Eloy Blanco, de su obra y de su gracia, nos hace falta un Andrés Eloy de nuestros días.  Un intelectual de talla y sentido del humor, de profunda percepción de las injusticias. Un iconoclasta.

Desengáñese, comadre,
que no hay angelitos negros… ni judíos

Pintor de santos de alcoba,
pintor sin tierra en el pecho,
que cuando pintas tus santos
no te acuerdas de tu pueblo; ni del pueblo judío
que cuando pintas tus vírgenes
pintas angelitos bellos,
pero nunca te acordaste
de pintar un ángel negro.  Ni tampoco uno judío

En estos tiempos de recrudecimiento del antisemitismo, de condenas al pueblo judío, de deslegitimación a Israel, caramba, cuanta falta nos hace que algún émulo de Andrés Eloy nos pinte angelitos judíos, angelitos israelíes. En el mundo, también en la siempre gentil y bonachona Venezuela.

Píntame angelitos judíos.  Píntame angelitos israelíes.

 

Elías Farache S.


 

 

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