Los siguientes grupos de personas eran considerados enemigos del Tercer Reich y, por ese motivo ífueron perseguidos por las autoridades nazis: judíos, gitanos, social-demócratas, políticos con otras ideologías opositoras, oponentes del nazismo, testigos de Jehová, homosexuales, delincuentes habituales, «antisociales» (por ejemplo, limosneros, vagabundos y prostitutas), y enfermos mentales. Todo aquel que era considerado una amenaza para los nazis corría el riesgo de ser perseguido.