El día 23 de marzo de 2011, nuevamente el terrorismo palestino atentó contra la vida, la paz y la tranquilidad de los habitantes de Israel: un artefacto explotó en una parada de autobús cerca del Centro Internacional de Convenciones (Binianei Haumá), frente a la Estación Central de autobuses de Jerusalén, es decir en una zona de tránsito masivo, repleta de civiles inocentes. El atentado causó la muerte de una persona y 39 heridos.
No ha sido el único acontecimiento que lamentar en tiempos recientes. Hace poco más de una semana otra estremecedora noticia sacudió la vida de los ciudadanos israelíes y la consciencia de toda la humanidad decente: el ataque a sangre fría que acabó con la vida de varios miembros de la familia Fogel: Udi, el padre de 36 años, su esposa Ruth de 35 y sus hijos: Yoav, de 11 años, Elad de 4 años y Hadás, una bebé de tres meses.
El día 20 de marzo de los corrientes un policía israelí fue prendido en llamas al ser alcanzado por una bomba incendiaria, mientras participaba en recorrido de seguridad en el barrio de Silwan, en Jerusalén.
Desde hace más de una semana, cientos de misiles han sido lanzados indiscriminadamente por terroristas palestinos desde Gaza hacia poblaciones civiles israelíes, incluyendo uno tipo Grad que cayó ayer en un suburbio de Tel Aviv.
Los actos reseñados son expresión de una violencia irracional, sin sentido y sin futuro. Contra ella sólo nos cabe pronunciarnos de la manera más enérgica y reiterar que únicamente a través del diálogo entre las partes en conflicto, se logrará la paz necesaria entre los pueblos israelí y palestino.
Exhortamos a la comunidad internacional, a las organizaciones que abogan por la paz y la justica, a rechazar inequívocamente el terrorismo. En oposición a sus intenciones, estos actos criminales con su secuela de dolor y muerte, no socavarán la firme voluntad del pueblo judío de lograr la convivencia pacífica.
Confiamos en que la mayoría del pueblo palestino persigue ese mismo ideal.
Fuente: CAIV